Saludos distantes
y el sol quemando
en la piel desnuda,
el cielo despejado
parece irónico
con su frialdad inmutable.
El polvo
pegándose al sudor
en los rostros
cansados de tedio,
del maldito trabajo
sin frutos recogidos.
Y tú arreglándote
en tu sillón olvidado,
deseando estar
en un anhelado lugar
tan lejano y brillante,
brumoso como la niebla
que ciega los ojos
de lágrimas anegados.