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En El Torrente
Omar Barsotti

Tengo palabras. Un torrente de ellas. Algunas melancólicas otras grises. Desecho las melancólicas, me quedo con las grises cuyos trazos lucen verdaderos y más sinceros. Desecho las grises y queda el blanco vacío y descubro en él una verdad sin tapujos ni remilgos. La blanca nada es una historia sin contar. Una promesa que vierte, en el vacío, una esperanza. Si cada palabra se borra puedo creer que hay muchas. Puedo esperar que en algún momento digan algo, se combinen, iluminen, pero, también, previendo, que al cubrir el espacio impondrán límites, los límites de una prisión.
Si la libertad es la blanca nada sin palabras, hay todavía oportunidad. Si las palabras grises se quedan, se impondrán. Nada detendrá su simiente sin color y al fin, la alternativa cobarde será la melancolía, mendaz y falsa, como un sello indeleble que certifica el círculo vicioso de la fría impotencia.
El enigma de Dios es la palabra. Su presencia inexplicable pone en bocas y en plumas un deber, una carga, una obligación, un destino desconocido sin camino de retorno. Tomamos las palabras como un don y la usamos porque están ahí, al fácil alcance, y sorprendiendo con sentimientos encontrados y filosas dudas; irresolubles ecuaciones donde el resultado inesperado es la impronta, la marca más probable. “Que sean tus palabras sí, sí y no, no”, dice el mandato y , sin embargo, la ecuación no se resuelve sino que se acompleja, se hace más confusa, transformando lo explicable en grises trazos o melancólicas lamentaciones donde la compasión, ese sentimiento que debiera ser plural, se hace singular, propio, para uso personal, una autocomplacencia con la que se justifica el egoísmo y la reticencia a dar explicaciones comprometedoras: ni “sí, sí,” ni “no, no”, sólo el gris “ni”, el inefable quizá, el ubicuo tal vez, la cobarde duda tembleque y supina que libra de contradicciones pero, así también, de aseveraciones.
La página está en blanco. No se espere perdón cuando se dice lo que se siente. La opción no es el silencio cómplice. No importa que el torrente no sea puro y cristalino. Que arrastre el barro, los derrelictos de la vida, los cadáveres de los náufragos, los pecados sin perdón, las furias y los odios, los amores sin esperanzas, el paso al abismo, las verdades hirientes, la obsesión de la pasión, las mentiras, el miedo, la traición, los inocentes condenados, las miserias íntimas, los inconfesables deseos, los simulacros de la supervivencia, la obsecuencia, el infame temor a la crítica y a la descalificación y el timorato deseo de pasar desapercibido inaugurando modos de ajustarse a nuevas modas, nuevas costumbres, nuevas formas de no ser, camuflándose con el montón, diciendo, tan sólo, lo que se espera oír.
La página en blanco requiere otro trato: la verdad hará resaltar la belleza, la bondad y el amor. El mal es el marco de lo bueno, la clave del acertijo del bien. Sin la verdad plena, todo es más de lo mismo: plano, uniforme, licuado. Apañado por la gris melancolía el torrente sonará como un susurro pusilánime, sometido, complaciente a las aristas y los recodos, incapaz de romper diques y herir las rocas, extraviando la potencial capacidad de desnudar la realidad preestablecida y forjar otra, con novedosos interrogantes dirigidos insolentemente a un Dios enigmático cuyo silencio debe esconder, sospechamos, una epifanía final que nos releve, definitivamente, de la angustia de una existencia que no podemos aceptar como fútil e irrelevante casualidad.
Tengo un torrente de palabras y una hoja en blanco. Descarnado pienso que no vale la pena verlas marchitas por falta de valor. Áspero, pienso: Si no has de gritar verdades, deja la página en blanco, y el torrente, para quien pueda darle vida.

Texto agregado el 16-01-2006, y leído por 122 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
17-01-2006 mmmm...me ocurre muy a menudo q elijo al azar un texto para leer, a veces un autor, como en este caso, q no habia leido antes. Y lo fascinante de ese azar, ¿azar? es q muy a menudo, el texto se relaciona increible, misteriosa, tierna, loca, rara o "etceteramente" (si me permites el inventar el término, cosa q me encanta hacer) conmigo o mi circunstancia y entonces, si ademas, la lectura me resulta interesante, satisface mis exigencias como lectora y como ser humano, pues luego emprendo el vuelo y dejo estas *****, sólo porque estan ahi, q para nada califican o descalifican tu escrito, pero de algun modo dan constancia q mis alas se agitan convencidas q este tiempo de lectura fue fecundo...y ese final de tu reflexión, no solo justifica el resto del texto sino q uff, cuantos deberían tomarlo como consejo sabio...no crees? piquitos de enero gaviotapatagonica
 
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