capitulo 3 (parte 1 de 2)
Esa noche disfruté de un gran banquete, preparado en honor de Pietro. La vida da muchos giros, y nadie conoce su propio destino, en ese momento no imaginaba que después de ser un esclavo y prófugo del imperio, algún día, Yo llegaría a formar parte de la corte real y que compartiría la mesa con su majestad imperial.
Pero aún no ha llegado el momento para revelar esa historia, así que regresemos al banquete. Fue una comida suculenta, carne tierna de cordero, puré de papa, verduras. Ah, y que puedo decir del vino, era simplemente exquisito.
Mientras el banquete continuaba, observé a todos muy felices; reían y hablaban. Yo pensé que era muy exagerado hacer tanto escándalo solo por que un niño es ahora considerado un hombre. Después de unos minutos terminé de comer y me levante de mi asiento, caminé entre la multitud que se encontraba de pie; la plaza estaba repleta.
Seguí caminando para alejarme un poco del bullicio y mientras lo hacía noté que Pietro había desaparecido de su celebración. Sin darme cuente seguí avanzando por las calles, ahora vacías, hasta salir del pueblo por el lado opuesto al que había entrado horas antes. Entonces llegué a un lugar que me hizo sentir mucha nostalgia.
Vi el pozo alrededor del cual solía jugar con Pietro cuando éramos niños. No pude evitar sonreír cuando los recuerdos de esos años llegaron a mi mente, además recordé a alguien, recordé a Luzy. De pronto, como si la imagen hubiese escapado de mi imaginación, la vi; era ella, aunque claro había crecido en este par de años.
Luzy ya no era la misma niña que yo acababa de recordar; aunque su rostro había cambiado poco, pude observar madurez en su semblante. Me sentí feliz de verla nuevamente y estuve apunto de gritar su nombre y correr hacia ella, pero entonces, vi que alguien se le acercó, se trataba de Pietro.
Guardé silencio, permanecí oculto en las sombras y observé lo que pasaba. Intente escuchar lo que decían pero estaban muy lejos; aunque en realidad no hizo falta oír sus palabras, me di cuenta enseguida de lo que pasaba. Una declaración de amor.
Pietro tomo las manos de Luzy entre las suyas, sus miradas se cruzaron fugazmente, pero de inmediato ambas desviaron su dirección. Había algo extraño, la situación parecía algo incomoda. Luzy liberó sus manos y retrocedió un paso al tiempo que daba vuelta quedando de espaldas a Pietro; él bajó la cabeza y permaneció tenso.
Al parecer no era correspondido. Debo confesar que me alegré; depuse de todo yo sentía algo por Luzy, y al verla tan hermosa me di cuenta de que estaba enamorado de ella. Mientras permanecía sumergido en mis pensamientos me distraje, tanto, que no percibí la presencia de alguien más. De repente sentí que apretaron mi mano, y aunque fue un apretón muy débil, solté un grito, mas de susto que de dolor. Pietro y Luzy me escucharon, y pude sentir como sus miradas se clavaban en mí.
En medio de la sorpresa escuche una suave voz que procedía de la persona que sujetaba mi mano. -Así que además de ser un niño llorón también eres un fisgón-. Había un tono de burla en sus palabras.
De pronto tanto Pietro como Luzy se encontraban detrás de mí.
-Pueden decirme cuanto tiempo llevan ahí -nos interrogó Pietro. Se escuchaba molesto.
-No te enojes hermanito, acabamos de llegar. ¿No es cierto querido cachorro -. Respondió la niña que aun no soltaba mi mano.
-¡No me digas cachorro!-.exclame disgustado.
-Leo, eres tú, me da mucho gusto verte otra vez.
Al escuchar la hermosa voz de Luzy sentí palpitar mi corazón con tal furia que pensé que se me saldría del pecho.
-A mi también me da gusto verte, Luzy.
De esta forma después de dos años se dio el reencuentro que tanto ansiaba, mis mejores amigos, estaban conmigo y por primera en vez en mucho tiempo ya no me sentí solo.
continuará
|