Me quedo con la mirada fija sobre tí, muevo la cabeza y humedezco los labios que te pertenecen, te dejo detrás y me recargo en la pared indiferente, pero te sigo mirando, noto que tu frente sangra, te beso en la mejilla y me sigues hablando...
Te escucho mientras mis oidos se dirigen hacia tu voz, mi cuerpo electrificado te requiere tanto como yo, pasas tu mano por mi espalda y sabes lo agradezco, cierro los ojos y de mi garganta sale un murmullo, una conversación callada nos lleva de la mano hasta la noche siguiente, y al despertar sigues a mi lado, aunque me vaya yo.
Voy al baño y me miras, ¿cómo huele tan mal algo tan lindo? -pensarás- Pero no por ello dejas de mirarme, ni de quererme un poco más si me acerco a tí, lo sé, por ello sin que lo pida me alimentas de mil modos inimaginados, y aún así te dejo solitaria compañía de que seas como mi mascota... sólo para mí, cumpliendo mis caprichos, estando dispuesta para cuando me acerque, mirada retadora.
Te miro, muevo mi cuerpo entre tus piernas y me quedo mirando nada más mientras se dilatan mis pupilas, juego con tu cabello, con tu ropa, con tu aliento, soy tuyo... lo sabes ¿verdad? Yo sólo me quedo mirando, me baño frente a tí y tú como si nada, te acompaño sin decir mas nada y de vez en cuando aunque no sé hacerlo bien, un poco te maúllo cuando llegas tarde a casa, porque después de todo, eso hacemos los gatos.
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