Carga la cruz de mis amaneceres
hasta que sangren las plantas de tus pies,
escarba lentamente la comisura de tus labios
y no te reconcilies con tus manos,
amigas mentirosas de tu depravación.
Ignora desde ahora el temblor de tu espalda
y su inmaculada negrura desprolija
y olvida por completo la palabra piedad,
no la tendrán mis piernas con tu nostalgia absurda.
Calcula sin errores los pasos que te alejan,
he trazado mi pacto de sangre en la pared,
podrían derrumbarse al distinguir tu silueta
dibujada incompleta en la sombra del asfalto.
Carga la cruz de mis amaneceres
hasta que toda tu sangre escape por la planta de tus pies...