Por circumstancias de la vida, que tenían que suceder tarde o temprano, me vi en una situación que me llevó a buscar apoyo profesional para entender como debía afrontarla...lo encontré en la literatura. Mi admiradísimo Jorge Bucay escribió probablemente la carta más adorable que haya leído jamás...de un padre, a una hija..."Carta para Claudia"
Antes de morir, hija mía,
quisiera estar seguro de haberte enseñado...
A disfrutar del amor,
a confiar en tu fuerza,
a enfrentar tus miedos,
a entusiasmarte con la vida,
a pedir ayuda cuando la necesites,
a permitir que te consuelen cuando sufrís,
a tomar tus propias decisiones,
a hacer valer tus elecciones,
a ser amiga de vos misma,
a no tenerle miedo al ridículo,
a darte cuenta que merecés ser querida,
a hablar a los demás amorosamente,
a decir o callar según tu conveniencia,
a quedarte con el crédito por tus logros,
a amar y cuidar a la pequeña niña dentro de vos,
a superar la adicción a la aprobación de los demás,
a no absorber las responsabilidades de todos,
a ser consciente de tus sentimientos y actuar en consecuencia,
a no perseguir el aplauso sino tu satisfacción con lo hecho,
a dar porqué querés, nunca porque creas que es tu obligación,
a exigir que se te pague adecuadamente por tu trabajo,
a aceptar tus limitaciones y tu vulnerabilidad sin enojo,
a no imponer tu criterio ni permitir que te impongan el de otros,
a decir que sí sólo cuando quieras y decir que no sin culpa,
a vivir en el presente y no tener expectativas,
a tomar más riesgos,
a aceptar el cambio y revisar tus creencias,
a trabajar para sanar tus heridas viejas y actuales,
a tratar y exigir ser tratada con respeto,
a llenar primero tu copa y, recién después, la de los demás,
a planear para el futuro pero no vivir en él,
a valorar tu intuición,
a celebrar las diferencias entre los sexos,
a desarrollar relaciones sanas y de apoyo mutuo,
a hacer de la comprensión y el perdón tus prioridades,
a aceptarte así como sos,
a no mirar atrás para ver quién te sigue,
a crecer aprendiendo de los desencuentros y de los fracasos,
a permitirte reír a carcajadas por la calle sin ninguna razón, a no idolatrar a nadie, y a mí...menos que a nadie.
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