Aquí estamos, abajo, donde se crece de otra manera, donde el dolor no es tal y las flores exhalan diferentes perfumes, donde las miradas tan solo reconfortan, y las caricias tienen la intención de compartir el alma.
Todos, lentamente, van hacia abajo, condenando un pasado resumido en fracasos.
Todos,
muy lentamente.
En donde no te roza la lluvia de lágrimas, ésta, se evapora o apenas existe en recuerdos, lejanos transeúntes que se desplazan entre equinoccios de mentes tardías.
El final no es tal en estos parajes, no hay dudas ni incertidumbres.
No hechas de menos la velocidad,
se transformó en hierba hace mucho ya.
Todo cambia, pero guarda su esencia en la profundidad de sus misterios.
Soñar.
Es muy frecuente aquí abajo, donde escuchas el suave reptar de la savia dentro de los árboles.
Algunas veces detienes tus pasos y puedes percibir el susurro de sus secretos y la luz de sus frutos, que te alcanzan, te invaden, y quitan la melancolía, alguna vez eterna; inclusive haciendo silencio unos instantes puedes, con suerte de pocos, sentir la casi imperceptible respiración de la naturaleza y el crepitar de su fuego eterno, algunos creen sentir su hálito pero es tan solo el resoplo de su propia alma transformándose,
poco a poco,
lentamente,
como todo aquí abajo.
Los animales soplan palabras, describiendo otros mundos, porque... aquí, todo es factible, todo se consigue a través del balanceo de los segundos, suaves danzas de un tiempo circular, que te envuelven, te llevan a un futuro para luego traerte sumergido de pasado, empapado de aromas, con guijarros en las manos y mariposas dentro de tus bolsillos y con andar descalzo entre almas desnudas.
Das vueltas y no buscas la salida, lo que deseas es saber de donde viene esa luz y hacia donde va el sol en un lugar donde nunca oscurece.
El hueco en tu pecho se empequeñece, tanto que hasta cuesta definir sus dimensiones, y de pronto... como una nova... estalla todo dentro tuyo, algo indescriptible, irradias una intensa luminosidad, muy lentamente y te desprendes de todo aquello que una vez creíste útil, dándote cuenta que desaprendiste y volviste, una vez más, casi sobre tus pasos, acertando el camino.
Ellos, los que están desde lo arcano,
te guían una vez más
Y lo sabés.
Es tiempo de recontar tus canicas.
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