Se acercó muy lentamente. Temblaba.
Vio su rostro bañado en sangre. El médico ya estaba en el lugar.
Sorprendido y sin dudarlo le besó la frente. Lo miraba y no lo podía creer. Ni siquiera atinó a limpiarse su manchada boca. Ya todo había terminado.
Y pensar que en éste último tiempo siguió de cerca sus pasos pero dejándolo crecer libremente.
Ocurrió en Noviembre. De madrugada. La luna dejaba atrás su cuarto menguante. Se oían sirenas de ambulancias por todas partes.
La noticia enseguida llegó a los familiares. A su abuelo se le llenaron los ojos de lágrimas.
Su esposa sujetaba la baranda de la camilla y gritaba desesperada. El intenso dolor se dibujaba en su cara. Miraba al cielo y rezaba plegarias. Pedía por favor que todo salga bien.
La voz grave del médico de turno dio parte de que todo había terminado. Su esposa empapada en sudor, cerró los ojos.
Las enfermeras circulantes observaban cómo a él se le resbalaba de sus manos. Se tornaba frágil. No podía sujetarlo. Lloraba.
Su primer hijo había nacido.
Texto agregado el 15-01-2006, y leído por 168
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Lectores Opinan
15-01-2006
De algo que parece al comienzo terrorífico y criminal, resulta que era ... ESO. Gracias y Saludos chelozano
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