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BRACO



Las gaviotas juegan esquivando los intensos rayos del sol. A cada rato se escucha el zambullido de ellas sobre el planchado mar.
En pleno verano no hay como estar cerca del agua.
Gilberto y su seguidor perro Braco, ya temprano caminan por la orilla buscando un lugar para pescar. No es un lugar donde se bañe mucha gente porque la playa es muy inclinada y a pocos metros de la costa se hace profundo, ideal para pescar.
Braco es un perro de tamaño mediano, color caramelo, amigable con los niños y muy obediente a las órdenes de su dueño. Tiene como costumbre, tapar con arena las piezas que pesca Gilberto. Pensaría que era como tapar juguetes en el patio de la casa. En realidad se le había enseñado para que los pescados no reciban el sol directo.
Gilberto conoce la playa de punta a punta y conversa con el perro acerca de los lugares donde pueden estar los cardúmenes. Braco lo mira atentamente. A cada palabra de Gilberto, el perro lo observa y responde moviendo la cola y extendiendo algún ladrido como respuesta.
La caña descansa apoyada en una cajita llena de anzuelos, carnada y todas esas cosas que llevan los pescadores. Gilberto y Braco se revuelcan en la arena y después por supuesto un buen baño con gusto a sal.
A los pocos días de cuando Gilberto enviudó, apareció llorando en su vereda un perrito desnutrido y muy, muy flacuchento. Enseguida lo recogió y alimentó. A su finada esposa no le hubiera gustado porque siempre decía que los perros ensucian la casa y rompen las plantas.
Ahora jubilado, Gilberto podría cuidarlo y más adelante cuando crezca, al revés.
Bueno, Braco creció, hoy es un excelente guardián y duerme sobre una manta casi a los pies de Gilberto.
El sol se va despidiendo y un viento fresco se lleva a las gaviotas. Es tiempo de juntar las cosas. De repente el cielo se tiñe de negro y comienza a llover. Braco aúlla.
-ya vamos, quédate ahí. Exclamó el amo. Gilberto decide entrar al agua para sacarse la arena pegada. Entre el apuro y con setenta y tres años encima, tiene la desgracia de sufrir un espasmo estomacal, que lo hace arrodillar de dolor, quedando el cuerpo totalmente sumergido... a los dos o tres segundos ya no se ve más. Braco mira al agua y su amo no aparece.
Aúlla sentado y la lluvia le tiende un manto de agua.
En los días siguientes, las personas que pasa se preguntan que mira el perro en el mar. Los allegados a Gilberto tratan de decirle a Braco que su amo falleció, y que nunca más saldrá del agua.
Braco mira día y noche hacia las olas. No come ni bebe. Se va debilitando. Nadie le acerca un hueso o algo para comer.
Cinco largos meses esperando a su dueño, totalmente desnutrido, tropezó con la muerte. Ese fue braco el mejor amigo de Gilberto.

Texto agregado el 15-01-2006, y leído por 137 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
17-04-2007 Buen relato. No daría detalles sobre el espasmo, los términos médicos no son literariamente elegantes. Son buenos los detalles sobre el mundo de los pescadores. Resaltá los rasgos particulares de nuestro hablar, somos argentinos, hablamos y escribimos distinto, en "-ya vamos, quédate ahí", poné "quedate". Así hablamos, así somos. Un abrazo. abulorio
08-02-2006 triste, pero mis estrellas van para ti por la veracidad del relato. aplausos. alecatagon
 
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