Cada mañana despierto pensando si será la ultima que pueda ver. El sol entrando en mi ventana me dice que es hora de hacer algo, cualquier cosa, el canto de los pájaros me dice “hombre, no te apures tanto, ya habrá tiempo…”. Así es el verano, para una persona que estuvo todo un año bajo la presión, ya sea de estudios, de la familia, de la novia, de la sociedad. Nada es lo que parece, y lo que parece es lo que es. Esa mano pesada, que te empuja al suelo, que te despierta en las mañanas, y no te deja dormir en las noches; que guía tus actos, y que te hace odiar tu rutina, que parece no tener un principio claro, ni un final aparente. Esa mano es la que estrechas a diario con la tuya, que odias, pero la necesitas que este hay recordándote quien eres, que quieres, donde vas. Pero, ¿es necesario saber las respuestas a estas preguntas? un río no tiene una ruta, se la hace con la fuerza de su caudal. Puede ir allá, acá o esconderse en lo más profundo de la tierra. Nadie lo guía, él marca su afluente, y sin embargo, todos los ríos van al mar.
Esa es la paradoja de la vida, un esfuerzo trae un recompensa, ningún esfuerzo tiene su recompensa, ¿Quiénes somos para decidir cual recompensa es mejor? El tiempo nunca se pierde, ni se gana, el tiempo es lineal, tu eliges que hacer con él. Siempre estas haciendo algo, aunque parezca que no haces nada. Newton “no hacia nada” bajo un árbol, y le cayó una manzana, ya conocemos el resto de la historia.
El fútbol, el rock y la ropa sucia es lo que se viene hoy….
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