Esta es la historia de un maldito desgraciado, un engendro del demonio que lo único que desea es aportillarle la existencia a cuando ser se cruce por su camino. Demonium, que así se llama este ser perverso, empequeñece a tantos otros personajes siniestros que han asolado la tierra y comparados con este monstruoso individuo, el cruel Atila y el inefable Hitler no serían más que simples matones de Kindergarten.

Claus, el justiciero, está decidido a exterminarlo a como de lugar y para ello, se dirige a un lugar en que esté seguro que habrá de encontrar a Dmonium.

El muchacho ha llegado a un sitio abandonado en medio del cual se yergue una herrumbrosa fábrica.

Contrariamente a lo que pudiera pensarse, el maldito aguarda al justiciero en la entrada misma de la fábrica.

-Hola perro zarrapastroso- dice el tipo y lanza una carcajada que provoca el desbande de un ejército de palomas negras que habita el erial.

Claus le apunta pero vacila ante ese verdadero regalo que se le ofrece delante de sus ojos.

-¡Jar jar jar jar jar! Dispara a mi pecho, inepto. A ver si logras hacerle cosquillas a mi corazón inmortal.

Claus esperaba otra cosa, alguna persecución, una emboscada, un intercambio de… ¿Eh? ¿Pero que ha hecho este insensato? ¡Le ha disparado al maldito y este ha caído al piso! ¡Se ha quedado inmóvil! ¡¡Está muerto!!

Señores lectores, esto se acaba acá mismo. Esperaba entregarles un relato fascinante plagado de aventuras, pero este cabeza loca de Claus, tan rebelde y desobediente ha realizado algo que no estaba contemplado y de verdad que lo siento mucho ya que esta es una verdadera frustración, para mí más que para ustedes. Ahora me salgo porque este chico con un arma en sus manos es un peligro vivo…