Un cielo contrastado de nubes se reflejaba en grandes charcos de luz dorada que cubrían el asfalto. Calles vacías. Sombras curvas y densas. Fachadas agrietadas y balcones a contraluz. Pendientes ambiguas, serpenteantes, que tomaban direcciones confusas. Pensó que quizás no debería estar allí, que quizás no debió llegar nunca aquel momento. Tenía miedo, o valor, de todos modos ya no importaba. No existe la imagen perfecta. Esa imagen que es música. Esa imagen que son palabras. El tiempo es la imagen en movimiento de la eternidad, un infinito. No se trataba de proporciones áureas sino de muerte. La congelación del tiempo. La destrucción del espacio. Pulsó el disparador de la cámara creyéndo que artraparía lo imposible y una bala penetró en su cabeza de forma instantánea.