IV capitulo

Una gota de sudor recorrió el rostro de Aurora. Se deslizó por sus pálidas mejillas hasta alcanzar el extremo de su marcada quijada. Dejando aquella marca cristalina y húmeda por su piel que evidenciaba el fulminante pavor que salió por cada uno de sus poros.
El movimiento fue rápido. Casi imperceptible. De mujer rescatada por su héroe, pasó a ser la rehén de este mismo. No comprendía nada. Todo era confuso.
Podía sentir aquella helada hoja que le penetraba la piel. Mas no sentía derrame alguno de sangre. Decidió abrir sus ojos y contempló la escena. Uno de los uniformados había vuelto y amenazaba con una pistola a la pareja. ¿Podía ser que todo esto fuera una actuación de su salvador?.
- ¡Arroje el arma o la mato! – gritó con una marcada seguridad el hombre de aquella piel abrazada por el sol, mientras apretada más a su cuerpo a la casi desfallecida mujer y hacía amenazas con el cuchillo.
El uniformado hizo el ademán de dejar la pistola en el suelo. Se agachó sin dejar de mirar a los ojos de su objetivo. Estaba a centímetros su mano del suelo y con rapidez saca de su pierna una segunda pistola que haría volar la cabeza del individuo. Mas su movimiento fue demasiado lento para evitar un cuchillo que atravesaría su garganta.
-¡¿Qué has hecho?!- gritó Aurora, mientras se esparcía la posa de sangre por sus pies.
- No hay tiempo que perder. Pronto llegará el otro y todo estará perdido. Debemos huir.- determinó el hombre.
“Huir”. Aquella palabra retumbó en la cabeza de Aurora… ¿cómo es que esta situación pudo llegar hasta tan lejos?
…
Continuará