Un rumor de palabras apretadas
se desliza, temeroso
por el pasillo maloliente
las orejas se adhieren a los muros
en el ritual diario de la espera

un óxido ancestral acumulado
por vapores de alientos y de gritos
cae sin apuro
desde los caños enlazados
hasta el gris marrón del piso
mil veces pisoteado

una luz sucia de insectos y de polvo
se filtra
y es abismo, límite, frontera
entre el tiempo de adentro
y el de afuera



dos ojos miran hacia el paredón
detrás del patio,
dos ojos recorren las piedras
del último camino

un desierto se despliega bajo el sol ajeno
de soledad sin dioses, sin demonios
sin ángeles, ni amantes
sin odios, ni pesares,
sólo la carne abierta
y una vertiente roja que desliza su llanto
ya sin pecado
en la liturgia penal sobre el arena

cien ojos miran hacia el paredón
detrás del patio