Aquí me encuentro,
prisionero de mi mismo,
mis tristes ojos perciben el reino del dolor ,
donde no alcanzo a recordar el reino que me vio nacer,
y mis pesadillas atraviesan la línea del tiempo
haciéndose reales,
mirando lo que no quiero ver,
escuchando lo que no quiero oír,
sintiendo lo que no quiero sentir,
palabras huyendo de mis pensamientos cada día,
esta condena terminara algún día.
Siento hilos que desean dominarme,
lucho intentando encontrar una salida,
bloqueada por cuerpos sin mentes
quienes me guían hacia ningún lugar,
fuera de mis pensamientos y de mis sueños,
donde no existe nada.

Veo mentes atrapadas entre los muros de la realidad
y no quieren ver mas allá,
atadas a cada placer terrenal,
voces que me arrancan las entrañas,
y me ordenan como ser y actuar,
no soy uno mas,
entre sollozos golpeo esta jaula que me aprisiona,
algún día alcanzare la libertad pedida,
la imaginación romperá todos los muros,
el amor liberará cualquier atadura,
y el corazón silenciará todas las voces,
no existirán obstáculos que me paren,
me fundiré con el viento,
y la libertad estará en mi.

Gritos inocentes resuenan en mi cabeza día y noche,
veo como mentes cobardes poseen cuerpos
cuyos espíritus jamás tendrán,
llantos en la mas oscura soledad tratando de olvidar
aquello que nunca desearon,
las almas mas inocentes sucumben a las tinieblas
por deseos de demonios llenos de crucifijos y oro,
escudados por la amnistía de un libro,
demonios que esbozan una sonrisa maléfica a Dios,
de rodillas en mi prisión me pregunto donde esta la justicia.

Ríos de sangre rebosa este lugar todos los días,
el peligro me acompaña,
una vergüenza recorre mi piel al pronunciar su nombre,
inocentes y culpables torturados en el tiempo,
la espera eterna aflige sus mentes cada instante,
campanas de medianoche anuncia su final,
el día de la infamia ha llegado,
gente cegada por la sangre jadean justicia,
madres suplican clemencia a reyes que no lloran,
mientras una espada ciega degolla sin piedad el último aliento de vida,
un grito impotente suplica perdón a nuestro padre,
un himno de libertad suena al fin en su interior,
réquiem para las almas olvidadas de esta tierra,
lamentos y lágrimas penetran mi piel,
y jamás las olvidaré,
nadie importa en el reino del dolor.

El cielo se entristece,
tambores de guerra estremecen el cielo,
diviso estandartes llenos de calaveras,
en espaldas de héroes laureados por la multitud,
ofreciendo a Dios océanos de sangre robada a cuerpos
que sólo querían vivir,
hablando de paz con sus manos manchadas de sangre,

Puedo sentir la presencia de ángeles caídos del cielo,
seres que sentados junto a dios
un día creyeron en nuestra salvación,
armados con rosas y espadas,
atravesaron los limites del cielo para no volver jamás,
una eternidad para servir a la justicia y la vida,
heridos con cada corazón roto y cada lágrima sin consuelo,
cansados de su lucha eterna contra el templo del odio,
agotados con tantas promesas incumplidas por tentaciones terrenales,
solo piden un momento de paz que no llega,
una razón del orgullo al ofrecer las almas arrebatadas a Dios.

La justicia llegara a todos,
un aura de sangre envolverán aquellos que odiaron,
inclinados ante su presencia ofrecerán todo lo obtenido en vida,
deseos de una vida infinita pedirán,
pero un espejo mostrara todo el sufrimiento causado,
y sus propios recuerdos negaran su propia salvación,
almas que al fin descansaran en paz.

Los veo en mi mente navegando entre las nubes de la esperanza,
volando hacia la inocencia robada,
viendo lo que las mentes mas depravadas son capaces de hacer,
sufriendo y sintiendo,
esa es su condena por abandonar a Dios,
una lagrima de cristal cae de sus ojos,
resucitando la inocencia que nunca debió perderse,
una rosa olvidara todo el sufrimiento,
aros de libertad elevan sus pequeños pies,
Ángeles dirigen a los inocentes
hacia el lugar que nunca debieron abandonar,
jugando sobre las cabezas de quienes les vieron nacer,
se despiden de todos.

Veo a seres desnudos y cansados de vivir,
nacidos para morir en la miseria,
gritan en silencio una segunda oportunidad,
pues su estómago no les deja hablar,
buscan entre deshechos algo para vivir o morir,
mercaderes repletos de oro y plata roban la vida
y los sueños de los que no tienen destino,
una felicidad que jamás tendrán,
la felicidad no se compra ni se ve solo se siente,
miserables que desean salvar su alma
a cambio de una moneda de hojalata,

Encerrado sin poder salir busco una vida y un destino incierto,
el sentido de una vida sin valor
para los que sufren, lloran y han dejado de creer,
un día elevaremos nuestra melancólica voz
con la canción de nuestra triste vida,
tristeza curada con esperanza,
y juntos forjaremos nuevas ilusiones para vivir día tras día.

A lo lejos gemidos de criaturas ignorantes de rencor y maldad,
criaturas libres que sueñan y sienten como nosotros,
seres salvajes en un mundo equivocado,
donde su espíritu indomable los condena a muerte,
su mirada muerta refleja la crueldad de nuestro mundo,
sólo quiero alargar mi vista,
y contemplar su silueta recorriendo mi mente una vez más,
cazadores desprecian nuestra madre
y asesinan todo lo que nos une a ella,
los que juegan a ser Dios han creado una nueva era,
transformando esta tierra llena de vida en mundo triste y gris,
destruyendo todo lo bueno que él creó,

Una nube inusual se acerca,
su lluvia ácida cae sobre esta tierra hiriendo el espíritu de nuestra madre,
heridas que tiñen el cielo de verde,
pero no preocupan a reyes rebosantes de oro,
en este lugar el oro decide quien vive y quien muere,
comprando poder y placer,
una lágrima de desesperanza recorre nuestro futuro,
noto como la codicia acabará con este regalo de Dios,
que la crueldad ha transformado en pesadilla,

El cielo dejará de llorar,
y una gota de vida caerá del infinito,
salpicando de belleza y amor esta tierra de nuevo,
pero que el hombre jamás pisará,
pues su inteligencia no es natural,
y mata el amor de la madre que nos vio nacer,
resucitando por una angustia necesitada de cariño.

Miro el reflejo de mi alma,
roto en pedazos por una vida que no pedí,
sólo en la oscuridad negando quien arropa mi alma,
un ángel que un día creyó en mí,
paseando por mi mente,
viejos recuerdos hundidos en un mar infinito
flotan con una sola gota angustia,
penas que no cicatrizan,
busco un acto eterno que las silencie,
un vacío de fe que nunca se llena,
necesito sentir un la presencia de un ser divino,
vaciando las tinieblas de mi mente,
deseos de vida eterna contradecidos
por una vida atormentada,

Sigo atrapado en un infierno temporal,
escurriéndose entre mis dedos,
las puertas del cielo al fin abiertas,
un carro de fuego desciende hasta mí,
veo a cada alma ocupando su lugar,
el fin del tormento es el nacimiento de una vida inmortal,
donde mi alma vivirá en armonía para siempre,
y viviendo en un sueño imposible
por fin creeré