Ofreciéndote besos mojados, bañados en la más dulce esencia.
Me mirabas con fervor a la par que sonreías tímidamente; para acto seguido preguntarme si serían suficientes, si con ellos bastaría. A lo que firmemente contesté:

- Mucho más que suficiente para juntar tu pecho y el mío, movernos al compás de la noche hasta ver amanecer en tus afiladas pupilas bañadas en destellos.
Perseguir el ritmo descontrolado de tu pulso, seguido del explosivo palpitar de mis adentros. Me vestiré envuelta en tu piel, sintiendo cómo me abrasa tu calor.
Llegaremos tan alto como para fundirse tu lava entre la mía, hasta alcanzar juntos las llamas del mismísimo infierno, para morir y renacer en cada duelo.
Sentirme morir a cada gota, deseando ser invadida hasta poseerte en cada poro de mi piel. Vivir como explotas y estallas de placer. En mil pedazos rompernos con mil caricias.
Reponernos juntos, envueltos en humo y sin tapujos, sin más lanzas que las de la fuerza que nos une.