Estoy frente a la pieza donde encontraron el cuerpo, no se cuento he corrido. Ellos saben que estoy afuera pero no han hecho nada por buscarme, ¿quizás no quieren encontrarme?. Hay una mujer haciendo guardia, me hace una señal para que pase, siento su complicidad. En vez de investigar comienzo a conversar con ella.
“sabes, eras una persona muy inteligente al callar muchas cosas” me dice ella. Yo me sonrojo, no me gusta las alabanzas, “soy más bien algo pillo” respondo.
- “no, no estoy hablando del crimen, nadie cree que fueras tu”
- ¿ha si?- respondo sin mayor interés
- Si. Por eso te dejaron salir. Sentenció muy segura.
- No creo, para mi es un error.
- No hay errores, solo situaciones incomprensibles.
- Si tu lo dices... sonrío resignado
- ¿Que signo eres?
- ¿Del zodiaco? Pregunto.
- Si, ¿cuál más?
- Escorpión.
- Yo igual.
- Ha...
- Debemos potenciarnos.
- ¿cómo?
- Somos personas temidas y muy amadas. Tenemos algo de carisma.
- En mi ya no existe eso.
- No creo, me pareces muy interesante, sólo con tus escuetas respuestas.
- Eres rara.
- Igual que tu.
- No tanto.
- Jejejeje, claro, verdad que yo estoy en la cárcel por un crimen que no cometí.
- Quieres pasear?
- No, mejor te dejo solo para que descubras algo que te ayude.
- Por fa, acompáñame. No quiero estar solo en esto.
- Deberías hacerlo. Sentencia con sus ojos.
- Tengo miedo. No quiero enfrentarla.
- ¿Enfrentarla? A quién?
- A ella.
- Mmmm, parece que alguien no ha podido soltar las amarras...
- (cada vez era más el deseo que sentía por ella) por que no me acompañas a tomar un café (yo ya casi sentía su cuerpo, no podía dejar de pensar en eso). Sólo quiero conversar, vamos, no seas fome.
- Bueno, pero después me dejas. Tienes que volver a la cárcel.
Mientras conversábamos, sólo pensaba en lo que le haría, en la noche entera que pasaría conversando con su agitación, sus senos, pequeños, pero hermosos, su cuerpo delgado, su piel blanca tatuada por las experiencias de sol, su voz femenina y penetrante que me empujaba a soñar algo que quizás nunca sería pero que me divertía, yo no quería escuchar sus historias, sólo quería saborearla, le tomé el brazo, la miro fijamente y descubrí que ella no estaba en sintonía con mis locuras, no quería ser amarrada a la cama, ni menos ser hurgada por completo por mis manos, estaba ajena a mi mente, debo mantener mi atención en ella, debo esconder mis pensamientos. Callar.
Calmé mis ganas y comencé a ponerle atención, hace mucho tiempo que no escuchaba a una mujer. Preferiría hablar de fútbol, pero era la única compañía que en ese momento tenía. Me hablo de sus sueños, de sus hijos que vendrían, de su trabajo que no tenía, fue algo muy romántico, pero había un problema, yo solo quería tomarla. Ya había olvidado el crimen, había olvidado que debía volver. Llegamos a un café, yo pido leche con chocolate. Se disculpa por ir al baño, en ese momento me contuve las ganas de seguirla y sorprenderla con mis locuras de niño explorador. Después de segundos de silencio descubrí que debía irme. Pagué el café, en una servilleta escribí un beso y tome un taxi. Por el retrovisor vi como ella sorprendida miraba hacia la calle.
Desperté en mi celda, me dolía mucho la cabeza, sentía el letargo de días de jarana, mis labios partidos, un ardor en la panza y el torso desnudo. No se si lo que pasó fue verdad, no recordaba como había llegado, en mi pecho encontré una tristeza que me quebró.
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