Anochece y empieza a llorar sobre la ciudad,
no hay luna ni estrellas descolocadas
sólo se oye el martilleo constante
del agua que aún no se ha hecho mar.

El aire trae ánimas sin fe
que deambulan sin saber a donde van.
Bocanadas de sangre y amor empañan los cristales;
ausencias que ni la oscuridad puede cultar,
voces que se encierran en las grietas
son las historias sin final.

Calles abajo una habitación en llamas,
y el sonido de un jazz dificil de olvidar,
alguien debió encontrar el camino a la inmortalidad.
Calles arriba flotan las caricias perdidas,
los gemidos ahogados y los besos sin candados.
Ya nadie necesita oír ninguna verdad.

Llueve, desde el suelo hacia algún cielo que hoy no se deja ver
hombres lobo empiezan a aullar
y los hippies comienzan a emerger
como hierba de tierra que se empieza a soñar.

Las horas pasan y ya nadie sabe a quien buscar,
se disiparon sin nombre ni rastro.
Una oscuridad húmeda acaricia a esta ciudad,
la envuelve, la asfixia, la ama y la llora