Aquí,
en este mundo mío,
en esta noche
donde soy rey
de mis caprichos
y mis pretensiones,
decido y dispongo
sin que nadie se atreva a oponerse,
que por el increíble milagro
de mi embriagada imaginación,
veo tus ojos
en cada una de las distintas
formas en que decido soñar tus ojos
esta noche,
con esa luz ardiente
que hace
que puedas estar en otro mar
e igual seguiría viendo,
con ese mismo brillo
que encendería el amor
y me iluminaría el alma
cada vez que estemos juntos.
Y esa encantada imaginación
que golpea desde adentro
es la que hace que sienta
el suave y tenue
olor del perfume de tu piel,
que he creado
más exquisito y atrapante
que el perfume del jazmín
en primavera,
o que la fragancia del aire del otoño
que delata la transparencia
y la limpieza de los olores
de las lavandas
cuando cada noche las siento
al cerrar mis ventanas.
Y toco y acaricio la flexible belleza
de tu cuello y tus hombros,
y viajo con mis dedos
por tus mejillas ruborizadas, y rozo
ese nido de ternura y delirio
en que me hacen pensar
tus labios entrecerrados,
aún cuando nunca los he besado.
Y oigo el viaje al cielo
que encuentro en tu risa,
cuando cada vez que nace
me trae una música de mar
y de olas que llegan y se alejan
en asombrosos acordes
que conjugan sonidos de amor y calma.
Y porque lo deseo
la imaginación deja atrás
el tiempo y la ausencia,
para permitirme saborear
ese gusto indescifrable y deseado
de tus pechos
cada vez que delirando
los elijo para acercarlos hasta mi boca
en besos impalpables
que intentan saciar un deseo
poderoso
como para destruir
una ciudad
o un mundo.
Estas aquí
en este mundo mío,
en esta noche mía,
por el increíble milagro
de mi imaginación
y mi locura
te traigo hasta mi,
con todos tus colores
y todos tus sabores y tus olores,
los que jamás he probado
pero conozco como nadie.
Estás aquí,
con tu cuerpo de mujer
entero,
íntegra,
hermosa como nadie puede verte,
sensual como nadie puede sentirte
en la realidad,
pero yo lo logro
en este sueño.
Deseada.
Suave.
Impregnada de mar.
Y me acerco y te abrazo
como si fuera posible interactuar
en la imaginación,
con mi boca en tu boca,
y mi lengua anudándose en tu lengua,
mi cuerpo dentro de tu cuerpo,
mis manos volviéndose suaves
y tibias como sol de invierno
para recorrerte tiernamente,
mis labios mordiendo húmedamente
tus pies,
tu vientre,
tu cuello,
tus labios,
como si el amor y el deseo
dejaran de ser ese juego que jugamos
a diario a la distancia
para volverse reales,
como si tuviéramos el valor
de cambiar las circunstancias
para que cambie todo,
por fin encontrándonos,
como nunca antes habíamos estado,
como solo la imaginación
nos permite hasta ahora
estarlo.
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