… Sigilosamente, y a oscuras, llego hasta tu habitación. Increíblemente te encuentro esperándome escondida tras la puerta terciada. Me tomas de la mano y me conduces dentro. Caemos al suelo, afiebrados por la pasión reprimida; por el peligro inminente a ser descubiertos… aturdidos, casi nos arrancamos las ropas.
Con premura pero concientes, nos amamos en silencio. El tiempo parece haberse congelado en el ambiente, y nos miramos consternados, confusos, preguntándonos cuando fue que murió la muerte…Nuestros labios recorren nuestros cuerpos sudorosos urdiendo quemantes jeroglíficos, a la vez que nos hundimos en el caos trepidante de los espasmos amorosos; en los vapores humeantes de nuestros sentidos conmovidos; y nos perdemos juntos, nos condenamos al fuego eterno de los infiernos, unidos en un solo cuerpo…
Pronto llegamos a la explosión frenética de las vísceras, nos besamos: amordazando los gritos que estallan en nuestras gargantas, para luego caer, exánimes besándonos suavemente... pero ahora con ternura. Y me miras y sonríes contrariada.
Me preguntas en un susurro : ¿Qué es lo que viene ahora ?. Yo te respondo con un juramento: Lucharemos por lo nuestro querida prima, atropellando a quien debamos
atropellar; violando la moral que se nos ponga delante; condenándonos si es posible … Vuelves a sonreír y te alejas en silencio. De pronto te detienes y me respondes con desidia: no creo estar preparada para lo que dices… yo solo tenía ganas de… tu me entiendes… No. no lo entiendo. No entiendo nada. Pero prefiero no entenderlo, duele menos… me voy a mi habitación acobardado por las lágrimas que no puedo disimular y me recrimino amargamente... pero en el fondo, las recriminaciones no son más que lóbregas esperanzas camufladas, esperando que algún día comprendas todo el amor que siento por ti… Tal vez cuando cumplas doce años…
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