Si la aristocracia te expulsó de sus filas,
y arrojaste el severo uniforme,
para vestir la blusa de aldeano.

Si por el sólo gusto,
de fustigar a la clase privilegiada,
lanzas contra ella tu verdad desheredada.

Si ella suscita tantas,
tan enérgicas
y tan contrarias pasiones.

Si tu palabra traducida
en tus escritos y en tus actos,
suena a través del mundo
como un clarín de guerra
y a tu voz la muchedumbre se enardece
y las sectas se agrupan.

Si tus prédicas tienen
el proselitismo de un apóstol,
la vocación de mártir
y el entusiasmo del caudillo.

Si al parecer nadie te entiende
y tu doctrina es sencilla,
tan dura de origen,
tan radical en su tendencia,
que cada cual la traduce a su modo
y la aplica a su conveniencia.

¿Qué haces con ese disfraz de poeta?