El androide le llevó una copa y le sirvió Ruhtra Ekralc cosecha 3001.
La sensación en sus papilas fue muy grata, un delicado placer acarició sus sentidos y le dio fortaleza a su corazón.
Mientras se sentaba en su sillón se puso a pensar si algún día inventarían un robot apasionado. Rápidamente desechó esa idea, de seguro no tendrían tiempo, estaban demasiado ocupados en diseñar armas más sofisticadas.
En su cristal de Nagas había un mensaje perdido. Seguramente era de Jenny. Miró el cronómetro multiplanetario. Era temprano, pero tal vez ya habría llegado al Hotel de Mil estrellas en Nosehtam. Pidió recuperar el mensaje. Sabía que esa operación siempre demoraba.
El motor primordial no detenía su marcha. La estación espacial, se encontraba en la cara oscura de la luna, que ya no era tal. Iluminada por un millón de generadores, era la viva imagen del brillo y el glamour de aquella época.
Lentamente una tímida morena se acercó hasta él y le ofreció sus servicios.
El la miró con un gesto compasivo. No estaba de humor esa noche.
- Vuelve con el grupo, dulce mariposa, quizás mañana tenga un mejor día.
La muchacha bajó su cabeza y regresó a la sala central. Su remera brillante le recordaba a Jenny. Tomó otro sorbo y miró con cuidado el cristal que lo separaba del infinito, su visual ya había cambiado totalmente. Todo parecía estar en calma.
Un Venusino pasó a pocos kilómetros de la estación, montado en una pequeña nave Multiestelar. ¿Qué acomplejada criatura puede utilizar ese insignificante medio de transporte? Tardará días en llegar a su hogar.
Observó con calma el mapa. En una esquina del triángulo había un pequeño planeta llamado Betania.
Lo señaló con un dedo y dibujó una cruz sobre él. En cuestión de minutos la esfera tomó un color rojizo. El proceso fue rápido y certero.
A años luz de distancia, millones de vidas se apagaban. Se sentía el Dios del caos, el centro mismo del universo. La vida y la muerte se debatían en la punta de sus dedos.
Con gesto adusto verificó las próximas coordenadas, su rostro no reflejaba ni una sensación.
Su cristal se encendió nuevamente, el mensaje había sido recuperado. Un pequeño holograma se proyectó frente a sus ojos.
Una lágrima comenzó a recorrer su rostro. Sus manos comenzaron a temblar. Un frío cósmico le atravesó el alma.
El cristal cayó sobre el piso y volvió a reproducir el mensaje:
“Hola papi, la nave debió hacer una parada imprevista para realizar una reparación. Demorará unas horas en retomar su plan de vuelo. Aprovecharé para hacer compras. Hay un perro electrónico que te encantará. Se parece mucho a Sam. Es increíble el arte de esta gente.. juraría que tiene sentimientos. Aquí hay muchas flores y el aire es puro ... me recuerda a la tierra antes del holocausto. Estoy segura que seríamos felices viviendo aquí. Betania es un hermoso planeta. Te quiero mucho. Jenny”