Querido amigo, (me voy a tomar la libertad de así llamarte, pues para mí lo eres); querido Maestro:
Empezaré esta carta, confesando que tus obras,pesadillas y relatos asombrosos, se adentran profundamente en un rincón de mi alma, donde sería difícil borrarlos, con el paso del tiempo.
Me atreveré a decir, que no ha habido ni habrá jamás, escritor como tú, que dominas la mente de tus lectores, con el fin de hacernos escabar en la misma.
Eres, querido, el estremecedor poeta y narrador,
que hace ya 157 años, se reunió al fin con la muerte, luego de haberla buscado durante cuatro décadas con la mala vida. Mas no te culpo. Sino que haré alucion a una frase tuya, la cual llama notablemente mi atención : "ya pasó, ya está vencida, la fiebre que llaman Vida". Creo que con ella, se explican muchas cosas.
En fin, lo que busco en esta carta, es agradecerte eterna y enormemente por tu legado para el mundo y sobre todo la pasión que tus escritos fomentan en mí. Me impulsas a escribir, a derramar todo sobre la tinta y la tinta sobre el papel.
Puedo crear todo, porque todo esta al alcanze de mi mano, mas eso nunca lo supe, hasta que finalmente te leí.
Y es que mi asombro es infinito, al ver como bordeas los límites, de la locura, la razón, la belleza, el horror, la vida, y la muerte, y todo unido tan armónicamente como discordantemente en algunos casos. Tus obras agridulces, me aturden y
me maravillan por igual.
Las almas de tus personajes, son creaciones únicas, inigualables, las cuales en mas de alguna ocasión se ven atrapados a si mismos en sus miedos mas secretos, o en su odio mas feroz.
Como olvidar alguna vez, a Plutón, el gato negro, o a un cuervo que insesantemente nos gritaba: ¡Nunca mas!.
Quizás, te hayas reunido ya, en aquel reino junto al mar, con tu bella Annabel Lee.
Por tus relatos, querido escritor, te ganaste en su tiempo, a varios enemigos que miraban tu inteligencia con desconfianza, mas hoy por fin haz alcanzado la gloria literaria. Me atrevo a decirte, genio. Y si me permites, me denominaré gratuitamente, tu aprendíz.
Ante el espanto y la cautela que me provocan tus relatos, amigo, guardo silencio. Es que empiezo a considerarte un ángel caído reconocido en los Cielos.
Edgar A. Poe, mi fuente de inspiración, mi punto de partida hacia el gran mundo de la escritura espeluznante y desgarradora.
Para muchos un temible ser con una delicada salud mental, mas para mí, todo un ídolo. |