El arriero y su vaca necesitaban cruzar un río, y la vaca no dejaba arriarse por que tenia sus patas adoloridas de tanto andar, el arriero la dejo ahi, en la orilla y fue al pueblo de donde venian. Busco cuatro herraduras y las llevo hasta el río, cuando intentó ponerle las herraduras, la vaca no lo dejo y entro al río para cruzarlo. El arriero tiró las herraduras al suelo y con su rostro de incompresión cruzo el río tras la vaca. Cuando alcanzó su vaca en la otra orilla del río, empezó a arriarla pero la vaca ni siquiera pestañó. El arriero se acercó a la cara de la vacá y mirandola a los ojos le murmuró: que quieres de mi?. Sabiendo muy bien que nunca le respondería una vaca, se sento junto a ella como derrotado, hasta lloró sin saber por qué. Luego de un rato de desahogó, miró hacia la otra orilla, se levantó de golpe y cruzó nadando como si quisiera rescatar algo, levantó las herraduras y las llevó con él hasta la vaca, la vaca dejó su rigidéz y alzó una de sus patas, el arriero le colocó una por una. Al terminar caminaron junto uno al lado del otro hasta perderse en la llanura.