Aquella noche recorrí la antigua y obscura escalera como ya era costumbre, era nuestro primer fin de semana después de 15 días que tuvieron el amargo sabor de los siglos. Fue en la época de Festival de Ballet y la Feria de la Habana, y yo había vendido hasta a mi madre para poder ofrecerte aquellos días. De haber sabido, habría dado media vuelta y te hubiera mandado al carajo, pero está en los hombres el equivocarse.
Está para el ballet con Yaima, me dijeron.Y yo que consideré lógico que salieras con una amiga si al fin al cabo no sabíamos cuando volveríamos a vernos, me dispuse a la espera más larga de toda mi vida, aquella en la que aún estoy esperando.
Llegaste de madrugada, no sé ni he querido saber la hora, solamente recuerdo el vestido que usabas, el mismo del día de nuestra graduación. Me besaste en la cara y te sentaste a mi lado.
- Tengo que decirte algo...
- ¿Qué...? – que podrías decirme tú que ya yo no imaginara.
- Hay alguien. – dijiste con una lágrima en tus ojos.
Comemierda, tenías que confiar!!! Fue lo que deseé decir, pero se ahogó en un – ¿Desde cuando? – proveniente de mi garganta.
- Hace una semana.
- Coño y sólo una semana bastó para que te buscaras a otro...
- Después de todo ya yo tenía pensado terminar contigo.
- Pero pudiste esperar a que yo apareciera y entonces mandarme pa´l carajo, me siento traicionado y eso duele... No me voy ahora porque no estoy seguro de llegar a mi casa, pero mañana en cuanto despierte recojo toda la mierda que tengo por aquí y me largo. Déjame solo, han jodido dos años de mi vida, pero aún siento algo...
- ¿Cómo si quisieras hacer por última vez el amor?
- No, gracias, te quiero mucho para eso... – nunca supiste que mi respuesta fue para no recordarte como a una cualquiera.
Subiste a tu cuarto dejándome la libertad para retorcerme entre los pedacitos dispersos. Desperté como de una pesadilla, sin saber que creer, qué había sucedido esa noche; solo descubrí la verdad cuando al abrir tu puerta, descubrí que dormías con el vestido aún puesto. |