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Se despertó el día nuevamente, el fresco aire entró, como siempre, por la misma ventana, pero empapado por el fragante aroma del sudor de un dragón que proyectaba su sombra, cortando el Sol, en mi cara.

**"LOTTO, MI AMIGO DE INFANCIA"**

Segunda parte...


-Lotto- le dije- ¿Tan temprano y ya vuestro sueño se ha agotado? ¡dormid un poco más, mi hermano! para que más tarde vayamos a correr por el Sendero de la Tormenta -

- No, Ortze- vi en su cara algo de tristeza – Dejadme un momento, por favor.
- ¿Qué os pasa, mi buen amigo?
- Nada, Ortze... nada-

La preocupación no me dejó seguir durmiendo, pero me di la vuelta y esperé despierto que pasaran las horas y así intentar abordar a Lotto y que me contase lo que le pasaba. Nuevamente me di la media vuelta, pero con los ojos cerrados, los entreabrí y, ahí seguía sentado Lotto, en el borde de la ventana, mirando hacia fuera con una extraña expresión en el rostro; como si quisiera mirar más allá de lo que le mostraban sus ojos...

- Sé que dormido no estáis, Ortze... ¿Hablemos?-
- Está bien, pero vayamos lejos, caminemos más allá de los jardines del reino-

Mientras me colocaba mis ropajes, la puerta se abrió y, como de costumbre, Enára habló:

- Listos están ya los desayunos, comed hasta reventar, miren que a esta edad es cuando más debeis estar fortalecidos... -
- ¿De qué me sirve? – dijo Lotto entre dientes

La expresión de Enára fue graciosa, la cara de espanto ante tal respuesta hacía saber que Lotto merecía una reprimenda, pero me adelanté a la voz de Enára y de un salto caí a su lado y le dije al oído:

- No le digais nada, anda muy extraño, algo le pasa. Ya son varios los días en que lo he visto pensativo y, mirando al cielo. Hoy he de hablar con él-
- Está bien- me contestó suavemente, - pero deben de comer algo ahora, ¿de acuerdo?
- De acuerdo-

Le pedí a Lotto que por favor bajara de la ventana, así lo hizo, y, diablos, sí que estaba extraño mi amigo hoy. Dio un salto desde arriba y cayó pesadamente sobre las piedras del suelo de mi habitación. Me miró y, entregándome una sonrisa fingida, se dispuso a comer.
Nos comimos lo que Enára nos había traído, unos jarrones con leche de vaca, pan recién sacado del horno y un surtido admirable de jamón. Tiene esa ventaja el ser príncipe.
Luego de comer hasta reventar le propuse a Lotto que saliéramos a recostarnos un momento en el pasto de los jardines traseros; Donde no nos pudieran sorprender, por cierto.
Nos dirigimos por uno de los pasadizos secretos que se encuentra al fondo a la izquierda del pasillo que da a mi habitación, presioné la piedra azul que adorna el final del corredor y en un momento el costado izquierdo del rincón comenzó a hundirse, dando paso al primer pasillo, el cual daba justamente al patio trasero del castillo.
El día era hermoso, los pájaros gritaban más fuerte que mi padre cuando se enojaba, los arroyos eran los encargados de apaciguarlos con su dulce cantar; el prado, corto y verde, invitaba a recostarse sobre él y así lo hicimos, bajo uno de los árboles más grandes de estas tierras. Su sombra fresca nos protegió del potente Sol, que mandaba furioso, quién sabe por qué motivos, luz intensa y su calor sofocante.

- Habladme ahora fiel Lotto; ¿Qué es lo que os aproblema?-
- Son miles de motivos, miles de tormentos, miles de sueños... recién han pasado tres años desde que me encontrasteis, y he tenido un sin fin de visiones. He podido ver a otros como yo, enormes, alados, volando libres por los territorios humanos. Me atormenta pensar que hay otros como yo, y no saber de ellos. –

Yo le conté el cuándo lo encontré, pero no el por qué ni el cómo. Y creo que ésta era hora de decírselo.

-Lotto, para seros franco, nunca os he dicho todo sobre ti – una gota fría recorrió mi espalda desde la nuca hasta el espinazo – La historia es dura, pero ya estás más grande y deber mío es contaros toda la verdad sobre el cómo llegaste a mí.- Su rostro se enrareció y tomó una dura expresión de duda.

-Sé que algo debíais de esconder, miles de preguntas ya te habría hecho, pero algo me decía en el interior que debía esperar a que vosotros fuerais el que decidiera cuándo hacerlo - Me dio realmente tristeza el ver a Lotto tan decaído- Te escucho, Ortze –

- Te encontré hace tres años, ese día fue bello ¿sabes?, saldríamos con mi padre a recorrer el reino, hace apenas un par de semanas que mi padre era rey y quiso ir de expedición por su nuevo reino y recorrer la otra parte que le faltaba por conocer – Me puse de pié – Lotto, levantaos, te mostraré el recorrido de aquél día- y así lo hice. - Te mostraré ese instante del día como si lo estuviera viviendo.
¿Ves aquel sendero? Aquí comienza nuestro viaje. Caminamos y
caminamos, de pronto vimos en el cielo dos criaturas enormes, iguales a ti en cuerpo, pero te sextuplicaban en tamaño, si es que no más. Rugían desesperados, hasta que los caza-dragones hicieron su trabajo, y les dieron muerte duramente, luego, fueron llevados sus cuerpos en gigantescos carruajes que, yendo hacia el mar fueron vistos por última vez. Yo caí rodando con Ostadar, un caballo que tuve hasta el día que te encontré, caí rodando por éste costado del sendero. Abrí mis ojos y dándome cuenta de la muerte de Ostadar caminé de regreso, un tanto mareado aún por la caída. Tomé el camino equivocado y me dirigí hasta aquel montículo, subí hasta la pinta de la copa del árbol más alto y desde ahí vi el abatimiento de los dragones. En un descuido la rama en que estaba sentado se quebró, cayendo yo rodando cerro abajo, quedando tirado, un tanto maltrecho, a la orilla de la Laguna del Juncal, donde sentí un ruido, el que, por cierto, era un grito vuestro, estabais herido, sangrabais. Mi conciencia hervía, me sentía a morir, aunque no hubiera sido yo el culpable de la muerte de los otros grandes dragones que habían... los que eran vuestros padres.-

Lotto abrió la boca sorprendido y se dejó caer al suelo, llorando.

- Ortze... oh, Ortze... es deber vuestro ahora enseñarme lo que ellos no pudieron. Por eso las visiones, por eso volaba en ellas, por eso las voces ¡ Por eso todo! ...- Pobre Lotto, nunca lo había visto llorar así, me partió el alma en pedazos y me heché a llorar junto a él. Comprendí ese día que debía ser más que un hermano, más que un amigo... debía ser su padre, madre... debía ser un dragón. – Lotto, vuestra vida recién comienza, os lo juro por tus padres. – Lo que no sabía yo era que mi vida también comenzaba recién ahora...

Antes de investigar sobre dragones, era mi deber enseñarle lo básico, volar, y lo intenté mil veces, ya contaré el cómo... hasta que lo consiguió. Y saltando desde la punta del último torreón del castillo, se dejó caer para asó emprender el vuelo, pasó volando sobre mí muchas veces, yo lloraba de alegría, era mi primer logro con Lotto...

Continuará...

Por El Cåßåll£RØ Ð£ Lã ÕRУn У Løs §µ£ñø§






Texto agregado el 07-01-2006, y leído por 112 visitantes. (0 votos)


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