CRÓNICA
“mija, échele mas agua a la sopa”
Hoy salí a las cinco y treinta. El día era aún oscuro. En esta época amanece tan tarde!.
Tomé el camino habitual, en taxi, como siempre. Pensé, que era muy caro, y que con lo que gastaba en taxis alguien mas podía vivir, pero pensé también, que el taxista vive de mi, eso para tranquilizarme, porque es una mentira estúpida, simplemente soy perezoso.
Clase.
No hubo. Me levanté de mi cama caliente para nada.
Tomé un bus, Rosellon. El recorrido fue normal. La gente a mi alrededor, normal.
La bajada, en San Juan. Y el camino. Derecho por Junín, no se si a esa altura se llame así, pero creo que si es Junín. Derecho. Y a los lados, la gente. Y a los lados las casas. El viejo Medellín. Es que sólo mirando, puede uno darse cuenta que este Medellín es nuevo. Nuevo y peor.
En el recorrido, pasando por el parque de San Antonio vi el primero. Dormido sobre frío cemento. Y mas adelante, en La Playa, vi tres, en el Parque Bolívar, cuatro. En el de Berrío otro tanto. En la calle del costado de la iglesia de la Candelaria otros, estos ya de pie. Y el sonido de los cientos de alarmas, y el hedor a orín. Y la escena. Se trata de una mujer, todos la advierten, pero nadie se anima a ver directamente. Ella no tiene piernas, se arrastra con sus brazos por el piso, dejando mientras lo hace una mancha de humedad. Una de las fuentes del hedor. Difícil de borrar. Este país es una mierda.
Al fondo, un par de trabajadores de autobús ensayaban el repertorio. “Mija échele mas agua a la sopa”.
Pasó una hora. Aún era temprano. Abrían a las 8:30. Repartí otras tantas encuestas. Y esperaba. Esperaba viendo, la llegada del bus, la fila para abordar. Los que tienen trabajo. Los afortunados. Los que desayunaron algo en la mañana, los que no lo hicieron, pero después comerán algo. Los que se pueden dar el lujo de dormir bajo un techo relativamente cálido. Los que trabajan como mulas, los que arreaban las mulas que hicieron el viejo Medellín. El de hoy no lo hizo nadie, es sólo un reflejo sobre el espejo lleno de vapor después del baño.
Habiendo terminado mi tarea en el lugar, abordé otro bus. Autobús el Poblado Laureles. Atravesé la puerta, subí la primera escala, puse mi pie sobre la segunda, pasé los $850 y traspasé la estructura giratoria. Por poco golpeo mi cabeza contra la barra que recorre el techo, pero hábilmente la esquivé. Se pasó como siempre el pensamiento “estos malditos buses si son para enanos!” por mi cabeza. Tomé asiento. Lo vi. Llevaba unas gafas pintadas de rojo, no solo el marco, sino también algo de los lentes. Levaba guantes, chaleco y un sombrero. Llevaba una larga y espesa barba. Llevaba una flor en su pecho y el pelo largo y canoso. Ahora que lo pienso no se si exista.
Me senté. Justo detrás suyo. El bus arrancó, tomó velocidad, me ofrecieron unos bombones de coco, los acepté y cuando pasó de vuelta, los devolví. Seguía pensando en este personaje. Y lo juro, creo que el me oía. Yo pensaba y el sabía era sobre su figura extraña. De pronto, empezaron a tocar, eran dos, los mismos a los que había visto ensayar. “mija, échele mas agua a la sopa”. Les di 400, lo hicieron bien, pero este individuo seguía siendo un enigma. De repente, señaló para que yo viera algo, un letrero, algo de un lote de las Empresas municipales, pero lo perdí, miré muy tarde, había perdido su secreto. Él quitó su dedo apuntando y lo guardo de nuevo en su bolsillo. Miraba al frente, yo le miraba la espalda, buscando descifrarlo. Pero no, no lo lograba.
Ahora que lo pienso relajadamente, me acuerdo de los que vi durmiendo en la calle o ya de pie en la Candelaria. Eran iguales. Los “locos” de Medellín. Al bajarme, en el Éxito del Poblado, miré por al ventana, quería ver su rostro de nuevo. Me sorprendí al ver que se despidió. Era un loco que lee los pensamientos! O yo no se, pero que mierda, me tiene todavía pensando.
Hoy, cuando recuerdo, no significa nada para mi, ese día extraño, es día en que un loco me intentó decir su secreto. Nada. Es por este tipo de cosas, creo, que el nuevo Medellín es el reflejo sobre el espejo lleno de vapor del viejo. Ahora no nos acordamos de nada, ahora anda nos afecta. Somos Insensibles y fríos.
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