La memoria, es el más preciado bien en todo el mundo. La memoria te muestra cuales fueron aquellos errores que te hicieron perder, los que te hicieron caer y fracasar; la memoria te dice quienes fueron aquellos que cayeron, a quienes podrás ayudar a levantar, y, también, te mostrará quienes fueron los que a ti te ayudaron en tus momentos de debilidad.

La memoria te recuerda quien eres, y te llama, así mismo, a no olvidarlo, ya que es en el olvido y en la indiferencia, donde la mentira, el error y el horror nacen, evolucionan y perduran. La memoria, te ayuda a avanzar, a recordar cuales fueron esos males que te agolparon en el pasado, cuales fueron los errores por los cuales caíste y te ayuda a no volver a cometerlos. Los errores causados por el olvido te hacen caer en el peor de todos los estados, te lleva a la desesperación y a la inevitable caída en el error, construyendo así el horror en la vida; el olvido no es aquello que nos lleva a no recordar algún dato para dar un examen o para seguir a pie una explicación o completar un trabajo; el verdadero error, el verdadero horror, el verdadero olvido, es aquel que te lleva al desastre, es el momento en que no recuerdas el significado de vivir, tu propósito por el cual seguir luchando, el ideal a alcanzar y completar; es el no recordar quien eres, marginar tu nombre y procedencia, tu presencia, a lo desconocido; es llevar a la nada lo que tu eres, como eres, y desecharlo para ser lo que no puedes ser, ser como los demás quieren o necesitan. “No hay peor fracaso que no intentar”, pero es peor el fracaso de olvidar como tu puedes hacerlo, es peor dejar al desconsuelo vencer y perderte en las sombras del “no saber”. No hay peor derrota que marginar tu identidad, por olvidar que tu existes y que eres único, que tu vida es tuya y será como tu quieras vivirla y que hacer con esa posibilidad, lo que se constituirá como la verdadera recompensa; tu Futuro.

Si te olvidas de lo que pasó, estas destinado a cometer los mismos errores; si te olvidas de cómo caminar, estarás atado en el suelo y no podrás avanzar. Si te olvidas quienes son las personas con quienes convives, vivirás en un mundo de miedos y extraños rostros; si te olvidas quienes son las personas que valen la pena, los que verdaderamente tu quieres y te quieren, estarás condenado a una existencia vacía y solitaria. Si te olvidas de quien eres, estarás condenado a vagar sobre esta tierra, sin nada, en el anonimato del no sentir ni saber la verdad; de caminar sin una historia que te motive y aliente, sin nadie que conozca tu nombre ni procure por ti, ¿quién seguirá tu voz, si tu mismo la has olvidado? ¿si tu mismo no sabes quien o como eres? Nadie vivirá tu vida si tu no la construyes, y nada se construye sin una base fuerte; tu memoria son los cimientos de tu existencia, pues son esos sucesos del pasado, y tu lucha ante los que te querían derribar, los que te modelarán y moldearán para que no caigas por cimientos débiles y sin valor.

Yo no soy de aquellas personas famosas por recordar cosas; muchas veces he olvidado encargos, fechas importantes, o palabras, pero aquellas cosas que recuerdo, son esas que me formaron y me hicieron quien y como soy, son las cosas que modelaron mi carácter, mi sentir y mi forma de apreciar y juzgar a cada momento; así también, estoy segura que son estos recuerdos los que me ayudarán en el futuro a enfrentar todos esos obstáculos que se me presentarán cuando quiera o intente avanzar.

Puedo haber repetido palabras o frases varias veces, y no es porque lo haya “olvidado” sino, porque no hay otra forma de decirlo, de intentar y lograr que lo recuerdes:

“Si te olvidas de tu pasado, si marginas tu historia, y niegas tu identidad, el quien eres, no serás más que un desconocido ante todos y nadie para ti”.