Siento llegar tarde, ya sé que no se te hace raro, la puntualidad nunca ha sido mi fuerte. Sabes de antemano que moría de ganas porque este día llegara, hace tanto tiempo no te veía, pero tan sólo observarte por unos segundos me hace retroceder a aquellos días, sentir que nada ha cambiado, aunque nuestras canas y arrugas digan lo contrario. ¿Qué te puedo contar de mi vida?, me casé, tuve tres hijos, ahora soy abuela y paso mis días jugando cartas con mis amigas y tomando el té. ¿Puedes creerlo?, yo que era una feminista a muerte, enemiga de esa visión tradicional de la mujer, terminé entregada a mi hogar… pero, ¿sabes? no me arrepiento, finalmente pude realizarme en algún aspecto.

… Me alegra saber que a ti también te funcionaron las cosas, leí acerca de los éxitos en tu profesión, el otro día vi por televisión un reportaje sobre ti, siempre supe que llegarías lejos, en ese momento me detuve a pensar que era una lástima enterarme de tu vida por los medios, por eso decidí llamarte, aunque para ubicarte tuve que aguardar mucho, fue un lío que tu asistente por fin te diera mis mensajes.

Sé que tienes que tomar un avión, por esto no quiero entretenerte más, de verdad, no hace falta que canceles tus compromisos, te pedí que vinieras sólo para una cosa… quería decirte que fue lo mejor, me refiero a aquel día que decidí partir sola en el tren, dolió mucho separarme de ti, durante mucho tiempo me cuestioné si había sido lo correcto, y sí, lo fue, hoy puedo decirlo con certeza… a veces pensamos que la vida se ha ensañado contra nosotros porque las cosas no se dan como lo deseamos, sin embargo, la sabiduría del tiempo nos enseña que en algo como el amor, tan simple y complejo a la vez, no se puede utilizar la fuerza… existen personas, como tu y como yo, que tenemos una afinidad natural, aunque esto no sea suficiente para permanecer juntos.