admirando figuras invisibles,
sintiendo un sentimiento póstumo,
miradas que se cruzan como el humo,
resabiándose a uno lo prohibible,
ganas de mana hasta que salgan llamas,
esperar en vano el calido tumor
que no es maligno mas si el rumo,
custodiándote tu vida, yo, jamás,
no es mía la decisión de estas cosas,
procuro dar mi voz al viento ardiente,
y si asiente, se que habrá más rosas,
que inunden corazones y ponientes,
cuando dones tu piel y cuando posas,
pues aún fiel, el ojo pones, no el diente |