-Ummmmmm, ¡Que día tan maravilloso!-se estiraba perezosa María Alejandra suspirando todavía, un sueño provechoso.
-¡Buenos días mi querida niña!-
Sintió que vomitaba su corazón y se paralizaba. Miró con curiosidad por todos lados y asustada, volvió a estirarse como sacudiendo su angustia e inquietud.
-No te asustes que no te haré daño, pues soy inofensivo-volvió de nuevo a pronunciar aquel sonido de voz desconocido para ella.
Esta vez dirigió su mirada automáticamente hacía el espejo como buscando una respuesta lógica a su razón.
-Sé que te resulta absurdo, pero soy yo,...¡El espejo!-
Boquiabierta se quedó esperando algún indicio coherente y preguntó desconcertada:
-¿Quien eres?,.... bueno sé quien eres, pero...¿Porque me platicas si los espejos no hablan?-
-Tienes razón, Hace ya muchos años que ni siquiera pronuncio una palabra, pues no me toman en cuentan. ¿Cuando me nombraron?, Ahh, quizás por única vez en un cuento de hadas, creo que...en Blanca Nieves y los Siete Enanitos-el espejo proseguía tomando aire-La vida ha sido injusta conmigo, Fíjate que nadie me invoca y mucho menos me halaga, a pesar de ser yo muy importante para las personas, jóvenes o viejas, ricas o pobres, sin distinción de razas ni de rango social y sin ningún tipo de interés-
-Ay espejo yo si te entiendo y debes estar sufriendo mucho-
.-Quizás no es el sufrimiento lo que me aturde más que el desdén a que estoy sometido por quienes me utilizan día a día, es la tristeza por no tener a nadie quien me respete y me quiera. Es la falta de amor y desconsuelo que me reduce-el espejo hablaba con un dejo de nostalgia y de pesar-Doy felicidad a quien padece de desdicha y he resistido los embates del tiempo y del espacio, sobreviviendo guerras y plagas, desastres naturales y sobre todo, he soportado la maldad humana llegando a la historia con estoicismo, vergüenza y dignidad-
En la chica nació cierta simpatía por el espejo que le hablaba con tanta crudeza y dolor y le prometió saludarlo todos los días en señal de aprecio y de cariño, pues mucha falta le hacía.
Ese día, la aturdida niña, sintió que era la persona más feliz de la tierra, porque había sido escogida, todavía no sabe por quien, para hacer pertinente un trocito de felicidad, a quien ha hecho llorar y sonreír a tantas personas en este mundo.
-¡Buenos días, espejo!-se alejó suspirando
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