NO MAS SOMBRAS
Ya no hay sombras –dijimos-. Lo nuestro comienza acá. Poner fecha a los sentimientos es una locura....algo nace un día, pero no se sabe cual.
Ya no hay sombras –me dije-. El camino es ascendente y vertical. Nada me separa de lo ansiado, de la caricia que nace como un chorro de agua entre las piedras, del beso que surge entre los días, entre los dos.
Ya no hay sombras –me dije-. Y sin embargo, un punto negado de luz titila entre mi alma abierta y mi pecho cerrado.
Estoy sola frente a un mundo que muchas veces me fue adverso, y yo que creía que inauguraba sensaciones sin tener en cuenta viejos recuerdos, me doy cuenta que soy una mortal más, que carga con una larga cadena de experiencias.
Ya no hay sombras –me dije-. Y la sombra crece en mi interior como una columna de humo que debe ser disipada para ver el horizonte.
Ya no hay sombras –me dije-. Pero siempre es difícil retroceder en el tiempo, y verificar con dolor los errores y lamentar los apuros. También es difícil vivir el día a día. Sentir que vuelvo a ser madre, que vuelvo a ser hija, pero fundamentalmente vuelvo, lentamente, a ser mujer. Mujer interior. Mujer desde adentro, no desde el maquillaje o los tacos altos. Mujer desde la concepción más radical del género. Me cuesta entenderlo. Me cuesta caminar sin las sombras. Me cuesta el amor como antes me costó el olvido, el desdén, el abandono.
Ya no hay sombras –me dije-. Y el tiempo se encargó de comprobarlo. Quiero absorber todo el amor del que carecí durante gran parte de mi vida. Lo quiero hoy...lo quiero siempre. Quiero ser feliz cada momento, con mis hijas, con todos (con vos).
Ya no hay sombras –me dije-. Y empezó el tiempo de la miel dulce y desconocida. Empezó mi tiempo, mi vida, mi hoy.
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