Un cigarro y un vaso de vino en la mesa. no acostumbro a salir solo, pero después de esa semana tan ocupada, merecía un relajo. una vela en la mesa, y un aspecto demasiado amarillo del local me hacían sentir más solo de lo que estoy. Un
micrófono encendido, y una especie de tarima en frente de mí, y de pronto, una niña sube, le da unos golpecitos al micrófono, y comienza a entonar una canción que no conozco, pero que me resulta familiar.
El local tenía poca gente, y los pocos que
estaban, la miraban entusiasmados por su voz y por la melodía triste, como si ese bar fuera el punto de reunión de todos los hombres y mujeres melancólicos que tratan de escapar un rato de su rutina de pena. No me fijé mucho en la niña, y me preocupé de disfrutar su voz melosa y envolvente. Cuando estaba ya próximo a aplaudir, una hermosa niña en el escenario, con el micrófono en la mano cantando la última letra me dejó completamente maravillado. no me despejé de su mirada perdida mientras bajaba del escenario y recibía aplausos cálidos pero tristes, me había encantado con apenas un leve contacto visual. La observé el resto de la velada, empalagado por su voz, y embrujado por su belleza. Terminó su presentación, se alisó el
vestido, tosió un poco, y se retiró por una puerta que daba hacia no sé dónde.
Volví al local una y otra vez tratando encontrarla, buscando su imagen entre los distintos clientes que entraban por aquella puerta, o los meseros que salían por la puerta de servicio. Siempre me quedaba un buen rato viendo si aparecía, viendo si aquel sería mi día de suerte y verla para tratar de comprender una belleza tal, una belleza que me dejó sin habla aquella vez, y que cada vez que recordaba me dejaba sin ideas en la cabeza. nunca aparecía, y nunca apareció.
Siempre pensé que ella aparecía después de que me iba, y que estaba sentenciado a no verla nunca más. Ella había sido una estrella fugaz y yo no había alcanzado a pedir mi deseo, mi deseo de volverla a ver no sería cumplido.
Hubo veces en que entré en otros bares, otros locales, otros escenarios, quizás buscaba en diferentes cielos, diferentes galaxias, diferentes universos.
A través de los años he podido recordar su voz, su vestido que alisaba al terminar el espectáculo, su largo pelo negro, que caía como una cascada eterna hasta sus caderas. pero nunca pude volver a verla. no sé si esta es una historia de desamor, o de triste alegría, pero no haber podido verla cantar otra vez me ha perseguido hasta el día de hoy. Nunca pude pedir mi deseo, la estrella fugaz nunca la pude volver a ver.
Sólo me queda la historia de aquella estrella fugaz, aquella que hace que sonrías cada vez que lo recuerdas y que hace que todas las noches mires al cielo, creyendo que pasará otra vez. |