Sin ir más lejos y tomando en cuenta sus intereses, la joven muchacha retomó un pasado añejo que duró varios meses, siendo modelo su actuar en libertad llegaron a su mente recuerdos ingratos con un gesto malediciente por no pensarlo mejor y actuar con arrebato más por la circunstancia que por mera convicción, más por aquella sustancia que provoca adicción. Con todo, el recuerdo no permanece indemne así como su cuerpo y su gente, porque no sólo ella se ha dañado, aunque menos aparente, también está su familia, su hogar, sus amigos y todo aquel que no deja de apoyar. Y fue gracias a ellos que pudo salir adelante, alejándose del suicidio y por consiguiente, homicidio, porque de esa fiesta a que acudió aún sin autorización, no salió hasta que su cuerpo se hizo dos. De ahí al día de su muerte, la joven no volvió a estar sola, sin embargo, no cambió su suerte, porque en cada paso que daba por la vida, uno retrocedía por el SIDA. |