A Antonio Ospino Huertas, In Memorian
Hoy todo es distinto, tristemente distinto.
Hasta la foto familiar de hace 20 años donde estábamos todos juntos festejando el matrimonio de la Negra es diferente. Hay en aquella como en cuanto nos rodea
un vacío inconmensurable e infinito.
Anoche, mientas dormía, uno de nosotros dejó de existir. Simplemente no quiso despertar. No quiso saludarnos más con su risa generosa, ni quiso esta mañana sentarse de nuevo a la mesa a desayunar como todos los días durante 43 años.
No es justo. No es comprensible la muerte para ninguno.
¿Acaso significa algo?
Hoy todo es distinto, infaustamente distinto.
Parecemos fantasmas perdidos buscándote por la casa pensando que estás por ahí escondido esperando que te encontremos y te salvemos de la muerte definitiva.
No podemos hablar. Las lágrimas no dejan hilar pensamientos y son los sentimientos
–cuántos inconfesados- los que gritan,
reclaman tu vida a un Dios que por hoy quizá se olvidó de nosotros
y nos castiga duramente con llevarte a su lado para siempre.
Hoy todo es distinto, funestamente distinto.
No sabemos qué hacer ni para qué. ¿Acaso tiene sentido seguir viviendo cuando una parte muy grande de nosotros nos ha sido de pronto y sin razón definitivamente arrebatada? Contigo éramos muchos, sin ti, hermanito del alma, ahora somos pocos. Nos harás falta como el aire que en estos momentos nos es difícil respirar.
Tu espacio –pequeño, por cierto- por el que muchas veces peleamos y disputamos, jamás te será arrebatado y, más bien -si fuera preciso-,
te entregaríamos todo el que precisaras
para que volvieras del más allá a esta vida que era la tuya
y que nosotros con amor fraterno reclamamos.
Hoy todo es distinto, fatídicamente distinto.
No comprendemos por qué te has ido cuando apenas tu vida comenzaba
y era una larga primavera aún sin germinar.
¿Cómo habrían sido tus frutos si desde ya tus flores eran radiantes y hermosas?
Sin embargo, ¿quienes somos para reclamarle a Dios por sus sabias decisiones?
Algo muy importante que nosotros no alcanzamos a vislumbrar
reservó el Señor para ti en el cielo y sabemos desde ya que lo sabrás hacer bien,
como todas las cosas que aquí en la tierra supiste con inteligencia y tesón desempeñar.
Hoy todo es distinto, indeciblemente distinto.
Hoy entendemos que la vida fue generosa con nosotros por habernos dado un hijo,
un hermano y un amigo tan valioso e irremplazable como tú,
pero que ahora descansa en la paz del Señor que todo lo da y todo lo quita:
A nosotros nos quitó una parte muy grande de nuestros seres
y a ti te dio merecidamente el sueño de los justos que han vivido
en el temor y según las leyes de Dios…
Hoy es un día distinto… pero muy distinto sin ti.
Bogotá, agosto 20 de 2005 / 10:14 a.m |