Déjame respirar esta noche de la sobriedad de mis palabras, que los estertores de mi agonía encuentren una esperanza entre tus miradas. Por lo pronto yo dejaré que las lunas se encuentren en mi interior.

Simplemente tomé su mano y noté que la energía llegaba a mi pecho, vi florecer esas angustias que prontamente había olvidado hace un giro y me sentí girar sobre el centro del miedo.

Miedo? Dices miedo por lo que conlleva esta manía o porque prometiste no dejar que se llevaran otra vez al infantil juez de tus actos. Descubre que lo que sentiste en ese momento eran los eslabones soltándose uno a uno, dejando el barco a la deriva una vez más.

Así es, una vez más, otro manotazo al dominó establecido en las profundidades, que de siglo en cuando sale a flote para ser volteado, limpiando todo vicio y calamidad, para una vez más sumergirse en las oscuridades de mis desfiladeros.