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Los descompensados
La naturaleza de las cosas oculta misterios aún inescrutables, resulta paradójico que lo que a veces sobra en demasía por un lado, falte en igual proporción en otro. Lo triste de ello es que muchas de las más frecuentes descompensaciones se refieran a los seres humanos.
Me costó asumir que era un sueño, las imágenes estallaban en la conciencia con tal patetismo que atribuí la confusión a los pensamientos que, ora ordenados, ora anárquicos, terminan por mezclar las piezas del rompecabezas del inconsciente, mechando fantasía y realidad, en un cóctel de pesadilla.
Soñé que Maradona podía demostrar al mundo “Que energía y masa son una misma cosa” y “Que el gol a los ingleses con la mano de Dios es igual a la masa por velocidad de la luz al cuadrado”. Él, “ÉL NUMERO 10”, se disponía a demostrar en el partido en el que Dios sería árbitro como es posible medir el talento, como la masa de un lejano púlsar, mediante ecuaciones elucubradas en su Teoría General de lo Relativo del Talento.
Sin embargo su imagen no era la estereotipada figura de Albert Einstein, aquella, de las clásicas cosificadas en el siglo xx por la sociedad devoradora de imágenes, como las universales de Lenin, Gandhi, El Che, Lennon etc.
No tenía, ni la melena leonina y blanca, enmarcando esas cejas cargadas negras, ni los bigotes de cepillo desteñido color té, ni la mirada de loco trastornado, tratándonos de tontos a todos.
_ ¡Era otro genio...!
Era el genio de la “Historia del Tiempo”, el de la Teoría del big-bang, el astrofísico inglés Stephen Hawking, pero en el cuerpo del genio del Fútbol, intentando continuar su análisis de la masa negra, el punto cero, los agujeros negros, jugando al fútbol con una arveja que se expande, igual que los infinitos cuerpos celestes intergalácticos de su Teoría de la Inflación Abierta en la que el tiempo nunca tendrá fin.
Resultaba estremecedor y dramático, uno, queriendo soltar las piernas que él decía “se las habían cortado” ; pero estaba yuxtapuesto a su cibernética silla de rueda, con los músculos destruidos por la enfermedad progresiva que lo devoraba desde hacía años, e intentando usar los poderes de su cerebro, para mover la pelota con sólo pensar en ella y en el gol, manejando los secretos de la telequinesis.
El verborrágico 10, ahora babeaba sin explicación alguna, arrastrando un esfuerzo gutural in entendible producido por su esclerosis lateral amitrófica (enfermedad de Lou Gehrig) que le producía la inexorable destrucción de las células de su sistema nervioso central, quitándole la capacidad de regular su actividad muscular voluntaria.
Él, acostumbrado a filosofar vulgar y libremente de todo, sobre todos, ahora debía atender sus veleidosas conferencias de prensa moviendo torpemente, lo único que puede mover: dos dedos presionando las teclas de un computador que produce palabras y que él no entiende, porque ese sintetizador fue especialmente desarrollado para “el intérprete de Dios” no para “la mano de Dios” .
Era Maradona prisionero del físico de un inglés desconocido, que se tomaba revancha de aquella ofensa oprobiosa de México del ’86, dejándolo ahora sí, sin sus geniales funciones locomotoras.
Mientras, el sucesor de la cátedra de Isaac Newton, la Lucasian de Cambridge, tantas veces honrado con premios como “ÉL 10” de la Física Teórica, con su cerebro absolutamente lúcido se hallaba incrustado en el cuerpo del astro del fútbol, que le exigía comportarse en plenitud, como si el virus que él sabía contraído en el Oriente Próximo ya no existiera, y su paso por la moral derrumbada tampoco, ni su honda crisis depresiva de la que emergiera como el Gigante de la Astrofísica.
Él, que igualara y superara a Galileo, Newton y Einstein ahora miraba absorto ese tatuaje en el bíceps de su brazo derecho, sin comprender que sentido tenía ahí, la universal imagen revolucionaria del “Che”, con su facha de guerrillero, pintón rosarino y argentino, este sí con melena leonina negra y una colosal boina resplandeciendo una estrella de cinco puntas, y la mirada apuntada al infinito:
_ ¡Sí su razón de la revolución expansiva era otra! En teoría, muy lejana a la comunista.
Sólo su corazón fallaba, consumido por inútiles energías mal gastadas, por esfuerzos absurdos, productos de desenfrenos alocados, que le habían provocado otros “agujeros negros”, estos no sólo estaban en el espacio-tiempo finito y curvo, sin bordes ni fronteras que él afirmaba era el nuevo concepto del Universo global. También estaban en el corazón y podían estar en la razón, si seguía su razonamiento de un Universo democrático:
_ ¿Por qué El Génesis del Universo debería estar exento de las leyes que rigen otros puntos? ¿Qué objeto tiene preguntarse si el tiempo “real” es más real que el tiempo “imaginario”?
_ “Si todos los puntos son iguales, uno no puede reconocer que algunos puntos sean más iguales que otros” .
Era el físico de Diego Armando Maradona postulando que el Universo no tiene fronteras en el espacio-tiempo. El Universo no tiene comienzo ni fin, simplemente es.
Eran Maradona y Hawking, Hawking y Maradona enfrentándose al Vaticano, y al mismo Papa, ambos a su manera, haciendo caer las leyes de la cosmología más tradicional y tranquilizadora, con soberbia, ambos enfrentaban al Creador.
La pesadilla horrenda claramente distinguía el arbitrio de Dios jugando con los dos, diciéndole a Diego Armando que él sólo serviría para utilizar genialmente los dos dones de abajo, muy especialmente la izquierda y a Stephen lo sometía a depender exclusivamente de su atributo de arriba, muy especialmente el derecho.
Al despertar reflexioné, presa de la misma angustia que en las imágenes oníricas, acerca de la contundencia con que la realidad nos somete a desempeñar nuestra misión en la vida dentro del marco de nuestras limitaciones, en verdad no descubrí nada novedoso. Ya Platón proponía que:
_ “Cada hombre debe cumplir con una función que le es propia conforme con sus aptitudes naturales”.
¡Más allá de esa frontera –sostengo- sólo es posible la insensatez!


Texto agregado el 03-01-2006, y leído por 264 visitantes. (0 votos)


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