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Hace un rato me ha llamado Yola y me ha dicho: ¿Qué te parece pasar navidad manejando el auto?

Yo he pensado que era una idea genial, pero me he quedado callada. Yola que me conoce bien, se ha reído un poco antes colgar, no sin antes afirmar: 11:38 tontuela.

No sé por cuanto tiempo me he quedado con el fono en la mano, sin colgarlo y escuchando el tuuuuuuuuuuuuuuuuuu, cuando me he dado cuenta estaba sonando el timbre. He sacado la cabeza por la ventana, un poco asustada pensando que eran ya 11:38, pero tan solo vi un viejo que ofrecía afilar mis cuchillos. Eran las 8:22.

Hace dos días mi tía, me ha mandado una pierna de cerdo, y unos panes chapla. Me puse a hacer unos sanguches. Y como había chocolate, llené un termo, mientras esperaba a Yola. Pusé todo en una lonchera de Barbie que tenía cuando estaba en primaria.

He llorado un poco en mi cuarto, pensando que mi regalo no le iba gustar a Yola, y que como a ella no le gusta mentir, me iba decir que era horrible y que como se me ocurre regalarle eso. Busqué una bolsa de Wong para envolverlo, porque Yola rasgaría el papel de regalo, y a mi me daría pena, porque los papeles de regalo son tan bonitos, y uno se esfuerza mucho envolviendo para que no se note la cinta adhesiva…

A Yola le gusta mucho la poesía y le he comprado un libro que viene con un disco. No se me ha ocurrido verlo porque viene con una recubierta de plástico, pero mis amigos me lo han recomendado. Yo no soy muy aficionada a la poesía, pero tengo varios amigos que sí, como Yola y también conozco un par de poetas, lo cual es bastante raro ya que a mí me gustan más los cuentos. No tengo amigos que escriban cuentos, ni que gusten de ellos.


Iban a ser las 11 cuando ha sonado el teléfono. Era mi tía preguntando donde voy a pasar la navidad. Mi familia no la conoce a Yola, bueno la verdad tampoco tengo mucha familia. He dicho que un compañero del trabajo me ha invitado a su casa. Mi tía se emociona un poco porque piensa que ese compañero es mi futuro novio y por ello mi futuro esposo. Vuelve a contarme sobre lo importante de no estar solo en la vida, y sobre todo de que estoy en la edad adecuada para casarme. Mi compañero es inexistente por cierto y mi trabajo también. Amalia, así se llama mi tía, me desea una feliz navidad, mientras escucho a mis primos negándose a saludarme.

Me he tirado en la cama. He apagado todas las luces, menos las luces navideñas. Esperando que suene el timbre me he quedado dormida. De pronto escucho que Yola grita mi nombre, seguro ha olvidado el número de mi departamento. Son las 11:37.Me cuelgo la lonchera y busco mis llaves.

Casi llegando a la puerta, la veo a Yola parada, mirando hacia otro lado. Mi pie no encuentra el escalón, miro hacia abajo estupidamente tarde. Yola ha corrido, pero la reja está aún cerrada. Me he parado para abrirle diciendo que no fue nada, aunque sé que fue mucho, sobre todo porque se ha roto el termo con el chocolate.

Son las 1145 y Yola va manejando por la avenida Benavides, diciendo que está segura que no somos las únicas que pasan la navidad en el carro. Yo me he puesto a llorar porque me duele el cuerpo, porque me gusta bastante el chocolate; pero sobretodo porque cuando abrí la reja Yola se ha reído de mí diciendo que era demasiado distraída y le recordaba a Paco.

Casi a las doce Yola ha preguntado por los panes. Nos hemos cuadrado por un parque detrás de la avenida San Luís. Comimos calladas, mirando un árbol grande y luminoso en la ventana de un edificio. Yola ha cerrado los ojos un momento antes de prender el carro, ha empezado a manejar lento. Yo veía mi reloj a cada rato. Escuchamos unos cuetes y algunos gritos, son las doce. Es navidad.

Yola se sonríe y me mira un rato. No sé si abrazarla o sacar el regalo de la bolsa. Ay tontuela, que me has comprado- me dice Yola, quitándome la bolsa. Feliz navidad Yola, espero que te guste- murmuro.

Yola rompe la recubierta del libro, lo huele, lo toca. Me muestra el disco, emite un Ja y toca el claxon tres veces. Le ha gustado. Abre la guantera- me ordena. Mi regalo es un cactus en una maceta que tiene forma de bota.

No sé como me he vuelto a quedar dormida. Y cuando he abierto los ojos, estábamos frente a la casa de Paco. ¿Yola? No está.

Después de media hora, ha aparecido; furiosa. Sin decir nada, me ha llevado a casa. Antes de bajar le he preguntado si quiere entrar. No, claro que no. Ve a dormir y riega tu planta- casi me ha gritado.

Subo despacio, observo el lugar donde he caído. Al llegar le he sacado el lazo al cactus, pensando que los cactus no necesitan mucha agua. Me ha parecido que se ve lindo sobre mi armario. Me desvisto rápido y me acuesto.

Texto agregado el 03-01-2006, y leído por 300 visitantes. (0 votos)


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