Detrás de mi alma tu sonrisa ya no existía, desapareciste entre las hojas deshechas de una canción mal finalizada y las calles del cielo revoloteado... mi mirada se calló y se entrelazó con los rincones oscuros de las vidas de aquellos que ya no tienen valor... Y la princesa que deseaba encontrar las aventuras que siempre soñó, tras las fronteras del castillo, desapareció como timidez de adulto, y sin siquiera un aviso de ave mensajera nocturna, se sumergió en la soledad del lago... ya no habían ramos de flores silvestres, ya no habían sonrisas por debajo de la mesa, sólo un recuerdo triste y desalado, ya no habían cintas rojas adornando las sillas, ya no habían juegos ni unicornios plateados, sólo un abandono y un sufrimiento amargo, sólo una muerte y enormes cascadas de lágrimas inundando cada pasillo del salón principal...
Desde el otro lado de la ladera se podían ver los campos de lavandas, sus colores remecían las pupilas de cualquiera, mostrándose inocentes y juguetonas ante las miradas de los caballeros que cortejaban a la más hermosa de las flores... eso fue ya hace tanto tiempo.
Y sentí miedo, lo admito... sentí mucho miedo de que con el tiempo te convirtieras sólo en el amor de un adolescente caprichoso, que aún no veía la importancia de la espada de sus antepasados. Sentí miedo de olvidarte, de dejarte atrás, de que el viento te pisara y quedaras enredada en una de esas partituras que tanto te gustaba melodear.
Pero no fue así, estoy seguro de ello... Te veo en tu silla tocando la flauta, mirando el jardín y pensando en lo bello que son los atardeceres, mostrando en tus facciones un leve grado de concentración, para que cuando yo entre por la puerta piense en lo indudablemente hermosa que eres... Me dejaré inundar por la poesía de tus labios y caeremos juntos en un pergamino de notas, estrellas y melodías. Entrelazándonos en un compás con tiempo infinito, con corcheas clavándonos los sentidos y ritmos que acelerarán nuestro corazón... pero aún no... espera.
De momento estoy en una ardua batalla, matando a un dragón, defendiéndote de aquellos que desean poseerte y no lo merecen. Espérame en la torre que te guarda, aquella que es la más alta, en que sólo yo puedo encontrarte, para hacer nuestro sueño realidad, subirnos a una nube, escapar y sellar nuestra historia de amor con una llave de sol...
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