TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / kone / El Llamado. Capitulo 3

[C:169694]

Capítulo 3

Carolina
Al día siguiente Miranda se levantó temprano y se arregló. Había estado pensando sobre lo sucedido las últimas semanas, pero sobre todo lo sucedido un día antes y estaba decidida a averiguar todo lo que pudiera sobre su familia. La noche anterior terminó de leer el diario de su bisabuela y se enteró de algunos detalles más, aunque realmente solo había sembrado más dudas en la mente de la chica. El problema empeoraba ya que le costó mucho trabajo concentrarse en el diario y su mente recordaba una y otra vez el beso de Erick.
“Seguramente piensa que son una boba”, pensó mientras secaba su cabello después de ducharse. “Solo a mí se me ocurre salir huyendo como una niñita”. Se sentía un poco avergonzada de su comportamiento y no sentía el valor de ver a lo ojos a Erick. Por lo mismo, se había levantado temprano para desayunar algo rápido y pedirle al chofer que la llevara a la ciudad. Con un poco de suerte ella estaría viajando para cuando Erick se levantara.
Pocas cosas habían salido como ella quería desde que sabía de la existencia de su familia y sobre todo de Erick. Esta vez tampoco dieron resultado sus cuidadosos planes, ya que al bajar, al primero que vio fue al abogado. Parecía estarla esperando, ya que se encontraba al pie de la escalera y observó su camino hacia abajo.
— Buenos días Erick. –Saludó Miranda con un susurro de voz.
— Buenos días… veo que te levantaste temprano. ¿Habías planeado algo? — Preguntó al ver que la chica llevaba su bolso.
— Si. Le iba a pedir al chofer que me llevara a la ciudad.
— Precisamente me dirijo hacia allá; tengo algunos asuntos pendientes en la oficina. Desayunemos y yo te llevo.
Gentil pero firmemente la tomo del codo y la condujo a la cocina. A Rosy, la cocinera, le dio gusto que entraran a su “territorio” como le decía ella. Minutos después se encontraban desayunando fruta con yogurt, sobre pan tostado. Ambos comieron en silencio y recogieron sus platos.
Instantes después, iban por carretera. Erick preguntó:
— ¿Irás de compras?
—Si. Ya que no voy a regresar a mi antigua casa, debo comprar algunas cosas. Aunque en realidad… -Se interrumpió un momento.
—En realidad ¿Qué? –la animó a seguir.
—Me comentó Sofía ayer que en la ciudad hay una magnífica hemeroteca y quería visitarla.
— ¿Buscas algo en particular? –Preguntó mirándola de reojo. El abogado la notaba reservada y deseaba que confiara en él. Después de titubear un momento la joven respondió.
— Eventos relacionados con mi familia y la historia del lugar.
— Me siento ofendido –la observó fijamente con fingido enojo. –Me considero bastante informado sobre la historia de tu familia como para que me ignores. ¿Por qué no me preguntas algo? Lo que quieras.
— No estoy segura Erick… Vas a pensar que estoy loca
Erick deseaba intensamente que Miranda confiara en él, pero tampoco quería presionarla. Sólo esperaba que no se diera cuenta de lo ansioso que se sentía.
— Te aseguro que jamás pensaría eso de ti.
Después de pensarlo un poco, le contestó.
— Te contaré todo cuando haya terminado mis compras y mi visita a la hemeroteca ¿Te parece? Así podré verificar si lo que me ha estado pasando tiene algún fundamento o son solo tonterías.
— De acuerdo. Te dejaré en el centro comercial que está cerca de la hemeroteca y te recogeré en unas tres horas. ¿Te parece? Después te acompañaré a la hemeroteca. ¿Te parece si después almorzamos? Me podrás contar todo entonces.
Una vez que se pusieron de acuerdo, Miranda se despedía de Erick y comenzaba su visita al centro comercial. Aunque al principio se fijaba en los precios de la ropa, debido a la costumbre, después de un rato los pasó por alto y se concentró únicamente en la belleza de los diseños. Por supuesto terminó gastando una pequeña fortuna ya que incluyó zapatos, bolsos y accesorios a juego. Se sentía como una niña en una dulcería y lo disfrutó al máximo.
Debido a la gran cantidad de cajas que se iban acumulando, las dependientas se ofrecieron amablemente a hacérselas llegar a su domicilio. Miranda se daba cuenta de que la miraban con curiosidad cuando mencionaba la dirección.
Una vez terminada su pequeña excursión por las tiendas, se dirigió deprisa a la hemeroteca. Aún faltaba una hora para que Erick llegara y la joven decidió entrar a comenzar su investigación.
No tardo mucho en encontrar los primeros datos acerca de su familia. Generalmente estaban relacionados con eventos de carácter social o de finanzas. Se sentía un poco desalentada al no encontrar algo de mayor interés cuando súbitamente su mirada se encontró con una pequeña columna que mencionaba la desaparición de una mujer que trabajaba en la Mansión de la familia Altamira. El nombre de la mujer era Carolina Castillo. La descripción que se hacía de Carolina Castillo se ajustaba a la mujer de su sueño, desgraciadamente la descripción era demasiado general como para convencerla de que se trababa de la misma mujer.

* * * * *

Erick terminó los pendientes del trabajo y se dirigió al centro comercial. Se sentía ansioso como adolescente al pensar que se encontraría con Miranda. Aún faltaba poco más de media hora para encontrarse con ella, así que curioseó en algunas de las tiendas. La mayoría eran tiendas de ropa pero encontró una pequeña joyería que exhibía un extenso aparador. Al instante de pararse frente a la vidriera, sus ojos de dirigieron hacia una joya en particular. Era una esmeralda cortada en forma de corazón colgaba delicadamente de una exquisita cadena de oro. Lo primero que noto fue que era del color exacto de los ojos de Miranda. Sin siquiera meditarlo un momento entró y compró el pendiente. Se preguntó cuando sería el momento adecuado para regalárselo, se pensó al llegar frente a la hemeroteca. “Lo compre sin pensarlo y ahora no se cuando ni como dárselo” Una vocecita dentro de su cabeza le decía que ahondara en lo que realmente sentía por la joven pero se negó a si mismo a pensar mucho en sus sentimientos. Ya se sentía bastante confundido con la actitud de Miranda hacia él, como para pensar si lo que sentía era algo más que atracción.
El abogado llegó frente a la hemeroteca puntual. Miranda no se encontraba así que la esperó unos minutos. Le preocupó un poco el que no llegara, después de todo era la primera vez que visitaba la ciudad. Esperó unos minutos más y decidió entrar a esperarla adentro.
Lo primero que vio al entrar en el recinto, fue una mata de rizos negros cuya dueña leía atenta unos papeles en la mano. Estaba totalmente concentrada en la lectura que no se dio cuenta cuando Erick se acercó. La contempló unos segundos y estaba por hablarle cuando la joven se levantó rápidamente y chocó contra el abogado.
— ¡Erick! Lo siento –dijo la joven mientras era conciente de los brazos de Erick que la rodeaban.
— ¡Hey! No hay problema –dijo sonriente mientras disfrutaba la cercanía de la joven. — ¿Hace cuanto llegaste? –preguntó sin soltarla aún.
— Poco más de media hora –contestó la chica. Una molesta vocecilla le decía que debería alejarse, pero hizo caso omiso y se relajó al gentil abrazo.
— Entonces vallamos a comer -dijo al tiempo que la soltaba y le tomaba de la mano.
Comieron en agradable silencio y solo hasta que terminaron y ambos comían un postre fue que Erick le preguntó acerca de lo que había averiguado. Notó la mirada ensombrecida de la joven mientras habría una carpeta con copias de los antiguos periódicos.
— Erick… Se que lo mas probable es que no me creas. Yo misma me siento bastante incrédula aunque tenga información que jamás pensé encontrar.
— Por favor Miranda… Nada me gustaría más que confiaras en mí. ¿Es acaso muy serio lo que descubriste?
— No estoy segura de cómo manejarlo –dijo al tiempo que le mostraba la carpeta con papeles impresos. -Léelos después de que te platique lo que me ha pasado desde que apareciste en casa de mi abuela.
Miranda le contó todo desde el principio. Sus extraños sueños, la historia del fantasma en casa de tío Alberto y sobre todo la visita a los jardines de la mansión. El hecho de que el jardín cerrado fuera el mismo de su sueño y por último el haber encontrado el diario de su tatarabuela. La razón le decía que solo eran coincidencias por muy extrañas que parecieran, pero la parte instintiva de la joven le decía que no. Todo estaba relacionado y ella debía resolverlo. Finalizó con la visita a la hemeroteca y el asombroso hecho de que la mujer de su sueño y el fantasma habían sido la misma persona y que esa persona había tenido un nombre: Carolina.
— Los papeles que tienes en tu mano prueban que en los tiempos de mi bisabuela trabajó en la casa una mujer llamada Carolina Castillo y que desapareció sin dejar ninguna pista dejando abandonados a su esposo y su hijo. El periódico menciona los nombres de ellos y cuando los leí me quedé estupefacta. Sus nombres eran Rodrigo y Antonio de Agramunt.
— ¡Dios! –exclamó Erick. –Se tratan de tu bisabuelo y tu abuelo –expresó mientras se acomodaba mejor en su asiento.
— Así es. El periódico dice que la policía declaró que la mujer había abandonado a su esposo y su hijo y al parecer no se hicieron mayores investigaciones. Por lo mismo, la noticia no duró mucho en los diarios y solo encontré una pequeña columna en donde Rodrigo de Agramunt culpaba de la desaparición de Carolina a Mónica Altamira.
— Supongo que debido a la importancia de la familia su denuncia no fue tomada en cuenta –Apuntó Erick mientras se rascaba la sien pensativamente.
— Es lo más probable –coincidió la joven.
Afuera, el precioso día que habían disfrutado había cambiado por completo. Negros y gruesos nubarrones ocultaron el sol y un fuerte viento que pronosticaba lluvia se hizo presente. Miranda y Erick se encaminaron al auto para ponerse en marcha de regreso.
Mientras avanzaban en el auto, Miranda recordó lo primorosas que le parecieron las avenidas llenas de gente y las mezclas de construcciones antiguas y contemporáneas. Ahora la mayoría de los negocios estaban cerrados y no veía a ninguna persona en las calles. Tal parecía que Erick y ella eran los únicos que se aventuraban a permanecer afuera.
El fuerte aguacero no se hizo esperar. Apenas dejaron la ciudad, la lluvia los envolvió. La visibilidad era casi nula y Erick agradeció el silencio de Miranda que le permitía concentrarse en conducir. El abogado conducía con lentitud extremando precauciones y por lo mismo, el regreso a casa sería del doble de tiempo que normalmente haría.
Como un leve eco, Miranda alcanzó a escuchar una la sirena. Sintió una fuerte opresión en el pecho. De alguna manera sabía que algo estaba mal, aunque no supiera qué. Instantes después se cruzaban rápidamente con la ambulancia y la opresión en el pecho de Miranda aumento.
El trayecto hasta la mansión les pareció eterno. Al llegar frente a la mansión, ambos corrieron rápidamente a la entrada. Justo antes de entrar, Raúl, el mayordomo les abrió la puerta.
— Señorita Miranda… le tengo malas noticias. –le dijo con voz tensa.
— ¿Qué sucede?
— El señor Alberto se puso muy mal y se lo ha llevado la ambulancia… Sofi se fue con él. –El mayordomo la miraba preocupado y en espera de instrucciones. Miranda sintió que el suelo se movía bajo sus pies y por poco cae al suelo, si no es por Erick que la sostuvo y la llevó hasta un sofá.
Rápidamente el hombre se hizo cargo de la situación. Primero preguntó a Raúl por los sirvientes.
— Me tomé la libertad de mandarlos a sus casas dado que la tormenta se acercaba.
— Entonces puede irse usted también Raúl; Su familia lo necesita. Yo me encargo de cualquier cosa que necesitemos.
Raúl se retiro rápidamente con una leve inclinación de cabeza.
— Debemos ir de inmediato con mi tío –dijo Miranda levantándose del sofá y mirando ansiosa a Erick.
— De ninguna manera. La tormenta ya está muy fuerte.
Miranda perdió el poco control que mantenía. El miedo y la impotencia la hicieron reaccionar de forma totalmente diferente.
— ¡Si no me llevas tú me iré yo sola! –le dijo furiosa y avanzó deprisa hacia la puerta. No había dado ni media docena de pasos cuando Erick la tomo con firmeza del codo y la detuvo.
— Sé razonable Miranda. Es muy peligroso salir en estos momentos –Dijo al tiempo que sofocaba los forcejeos de la chica que intentaba soltarse.
— Tú no entiendes. Debo estar con él…
— Lo mejor es llamar por teléfono al hospital. Sofi está con él y nos informará sobre su estado. –La empujó suavemente al sofá y se sentó a su lado mientras llamaba por su celular.
Erick no tardó en comunicarse con Sofi, que le informó sobre el estado delicado del anciano. Desgraciadamente había entrado en coma y solo les restaba esperar alguna reacción.
El abogado escuchaba las noticias sin mostrar ninguna expresión en su rostro. Al tiempo que escuchaba las malas nuevas se preguntaba como se lo iba a decir a Miranda ya que estaba muy afectada. Cuando colgó Miranda lo tomó del brazo en silenciosa súplica.
— Está muy grave Miranda –explicó. El llanto de la chica no se hizo esperar y Erick la abrazó tratando de reconfortarla. Sentimientos encontrados envolvían a Erick; por una parte aflicción por ella, y al mismo tiempo afortunado de que la joven le permitiera consolarla.
─ Lo mejor será que duermas un poco –dijo al tiempo que la ayudaba a ponerse de pie y la acompañaba a su habitación.
La chica no opuso ninguna resistencia cuando le ayudó a recostarse y le quitó los zapatos. Erick salió rápidamente en cuanto la dejó arropada y se dirigió a la biblioteca. Estaba decidido a trabajar un rato antes de prepararse para cenar.

* * * * *

En su habitación, Miranda cayó rápidamente en un pesado sueño. Los acontecimientos del día que pasó en la ciudad y la mala noticia del estado de salud de su abuelo la habían estresado bastante.
El sueño vencía a su cuerpo y su mente no se percató de los extraños hechos que sucedían en su habitación. El pesado cortinaje que cubría la ventana se movió de manera inexplicable. La tela se abultaba adivinando una figura humana y se acercaba a la cama donde yacía la joven. Miranda se arrebujó en las cobijas al sentir que la temperatura de la habitación bajaba.

* * * * *

Mientras Miranda dormía, Erick trabajaba un poco en la biblioteca y pasó poco más de una hora cuando escuchó un ruido en las escaleras que lo alertó rápidamente. “Miranda” pensó, mientras se levantaba para verificarlo.
Apenas cruzó la puerta, el abogado se detuvo abruptamente.
De pie en la escalera, se encontraba una mujer de vestuario antiguo y lo miraba detenidamente. Sus ojos reflejaban una tristeza infinita mientras lo observaban suplicantes. Su cuerpo giró como su fuera a subir la escalinata y desapareció.
Erick se tragó el nudo que sentía en su garganta y se obligó a subir lentamente la escalera. “No puede ser” pensaba mientras ascendía. “Miranda tenía razón”.
Aunque el abogado no se hubiera burlado de lo que Miranda le había contado respecto a sus sueños y lo que descubrió en su visita a la hemeroteca, una parte de él estaba casi seguro de que había sido una gran coincidencia. Ahora comprobaba que estaba equivocado.
Obligándose a subir los escalones, llegó hasta el siguiente piso y esperó alguna señal.
Escuchó claramente el rechinar de pasos en la escalera que se dirigía al ático y los siguió. Al igual que Miranda hacía un par de días, se encontró con un sinfín de muebles y baúles repletos de ropa y objetos antiguos.
“¿Qué se supone que hago aquí?” se preguntó al tiempo que se adentraba entre el mobiliario. “¿Se supone que busque algo? Sus ojos recorrieron rápidamente la gran cantidad de lugares en los que buscar algo.
“Clic” escuchó.
Regresó rápidamente sobre sus pasos y se encontró con la puerta cerrada. Inútilmente trató de abrirla.
“Buena la hiciste abogado”, se reconvino. Sin nadie en la casona, no le quedaba mas remedio que esperar a que Miranda se percatara de su ausencia y lo más probable es que fuera hasta el día siguiente.
Nervioso se pasó las manos entre los cabellos. Sus pensamientos giraban rápidamente primero en Miranda, en su tío Alberto, en Carolina y su desaparición y nuevamente en Miranda.
Volvió a avanzar entre los muebles hasta que encontró lo que buscaba. Una fastuosa cama de cuatro postes y tallada con rosas y querubines, evidentemente femenina. Abrió uno de los baúles que rodeaban la cama y en el primero encontró algunos cobertores. Sacudió y tendió el lecho y se recostó a descansar. Era imposible dormir. No después de lo que había visto. Su mente estaba demasiado alerta a su entorno aún sin contar con la lluvia que abatía con fuerza y los truenos y relámpagos que sacudían los cristales de las ventanas.
Por lo mismo, estaba completamente seguro de estar en sus cinco sentidos cuando la ya de por sí tenue iluminación de una lámpara se apagó. Erick se envolvió más en las cobijas sintiendo una ráfaga de aire frío que se colaba por algún lado.
“Hay poco tiempo” Se escuchó que le susurraban al oído y a continuación la figura de la mujer de la escalera surgía al pie de su cama. Un sudor frío le recorrió la espalda al tiempo que se incorporaba para quedar sentado. Nunca en su vida se había sentido tan vulnerable.
“No debes temerme” dijo la aparición.
"¿Qué quieres? –preguntó con toda la firmeza que pudo.
“Debes ayudarla, está en un gran peligro”
"¿Se trata de Miranda?
“Ella tratará de destruirla. Hay que enfrentarla a su verdad”
La figura fantasmal comenzaba a desaparecer, como si se debilitara.
"¿Qué tengo que hacer?
“Enfrentarla con su verdad”
Antes de desaparecer, la aparición señaló su cama y se desvaneció.
Sin detenerse a pensar en lo que acababa de suceder, Erick se levantó de un salto de la cama y quitó de un tirón las cobijas, siguiendo por las sábanas y las almohadas. Al terminar sólo quedo el colchón y nada que pudiera llamar su atención. A continuación levantó el pesado colchón y lo deslizó hacia un lado. Nada otra vez. Otro colchón estaba debajo y procedió a quitarlo.
La madera de la base era lo único que quedó ante sus ojos. “Debo haber entendido mal” Se dijo. Se inclinó para buscar algo que hubiera pasado por alto. Con los nudillos tocó en algunos lugares de la base. Estaba hueca, por supuesto. Al tocar algunos de los viejos tablones encontró uno suelto y lo retiró.
Ahí estaba. Una bolsa de tela que alguna vez había sido roja y dentro un diario y una pesada llave.

Texto agregado el 03-01-2006, y leído por 407 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
22-04-2012 Vamonos con esa llave...***** pantera1
30-06-2007 intrigante, bastante, a decir verdad. Muy buen relato, mis 5* NakaGahedros
15-05-2007 mas mas, queremos mas, el suspenso esta en el aire, realmente excelente. mil estrellas!!! corsarionegro
18-01-2006 Me has despertado mucha curiosidad. Como va el siguiente capítulo? zepol_RECARGADO
17-01-2006 ¿En que terminará esta historia? No dejes de avisarme cuando tengas la continuación, te felicito escribir muy bien. Peter_6
16-01-2006 Esto está interesante. Veamos cuándo te animas a colgar la continuación -por favor!!!!- Un abrazo. Va genial. Ikalinen
16-01-2006 Te alcancé en el capítulo 3 y me muero de ganas de saber cómo continúa esta historia. ¿A la brevedad, por favor? Mis 5* rumel
12-01-2006 Excelente! me sigue atrapando esta historia. Te felicito. Permite que te aconseje que releas el escrito que aparecen números, debe ser un defecto de la página que seguro corregirás fácilmente entrando en "editar". Un beso y mil estrellas. Magda gmmagdalena
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]