La gente del pueblo pensaba (sostenian, aseguraban) que poniendo el nombre del amado sobre el cuerpo inerte de un primogenito de siete años del pueblo del otro lado del rio, lograban que el Verdadero Amor naciera para la persona que colocara el citado nombre. Lo hicieron durante decenas de años, hasta que Hilda, una hermosa joven de 20 años noto la paradoja: El Verdadero Amor se gestaba al apoyar el nombre sobre el cuerpo inerte, no era el mismo que poseia ese nombre.
Hubo detractores, discusiones, y se llego a la lucha civil, pero al final todos vieron la verdad. Se cancelaron los tratados con el pueblo del otro lado del rio, y la tradicion murio. Hilda tambien murio, murio sola. En su vieja casa hay una placa que cuenta su historia.