Era una de esas noches en las que el silencio es tan corrosivo como el acido, y úno ruega por un grito o una explosión infernal que le devuelva al mundo el salvajismo apocalíptico que lo caracteriza desde hace ya varios siglos.
Eso es al menos lo que cuentan los más antiguos, que lo han escuchado de las grandes aves, esas que viven en las gigantescas alturas, y que a la luz de un eclipse parecen como demonios caidos de alguna estrella oscura y muerta.
Dicen que hubo un tiempo en el que nadie lloraba, cuando el sol no se avergonzaba de mostrar los labios y la luna rompía sus diurnas cadenas con estrépito y éxtasis. Una vez oi decir a un gran cuervo, que incluso los nuestros podían volar libres, sin temblar de pavor y sintiendo con despreocupación las caricias del viento.
Detesto cuando me pongo a reflexionar en estas estupideces, tiempos pasados que tal vez no existieron, y que siempre fueron mejores. El pasto siempre es más verde en el otro lado, me dijo una vez un sauce, y puede que tenga razón.
Verguenza me da mi ingratitud, ahora que pienso en los elefantes encadenados y las doradas sirenas envenenadas, me imagino sus pupilas, lilas con un toque de perfumado ocaso submarino, ahora blancas, muertas, me imagino sus cuerpos perfectos, su piel blanca como los corales de neptuno, cayendo al infernal vacío y otra vez, ESE MALDITO SILENCIO, esos rios de podredumbre, esos angeles etéreos de la muerte que nos asfixian.
Y de pronto, como si me hubieran estado escuchando los dioses, una tormenta de colores y alaridos se desata en el cielo, como grandes arcoiris que hubieran escapado a sus aburridos arcos celestiales y que ahora bailaban desinhibidos por los aires. Extasiado y un poco nervioso ante un fenomeno que nunca podría haber soñado, decido volver rápidamente a mi árbol, preguntarle a él, que sabe más del universo, que es lo que está ocurriendo. Frenético me poso sobre sus ramas, mis emocionadas facciones deben haberle dicho más que cualquier palabra porque antes de emitir sonido alguno me dice con su grave voz de abéto, "Están celebrando". Lo miro confundido, me vuelve a explicar "Los verdugos, están celebrando un año más de masacres" |