Esta mañana en el colegio se puede escuchar el rechinar de las banquetas, y los pasos apresurados de los alumnos, un grito por aquí una risa por allá. El timbre ha sonado ya.
En el aula 6 de la segunda planta está Teresa sentada en el cuarto asiento a su lado derecho Priscila y justo frente de su amiga esta… él! Javier un chico de 17 años, común y corriente (aunque a opinión de las chicas del colegio más corriente que común). Cabellos negros un poco largos que alcanzan a cubrirle las orejas, desmarañado sobre su frente y que debido a su negrura hacían resaltar sus ojos grises.
Podría decirse que todas pasan desapercibida la presencia de Javier en cambio para Teresa eso es casi algo imposible. Eso sí cuida cada uno de sus intentos por verlos (tanto que ya se volvió toda una experta) sólo dirige sus miradas de reojo a él cuando esta distraído, ¡jamás! Si lo tiene de frente o demasiado cerca.
El profesor Ibáñez ha llegado ya a dar la clase de Física, escribe el tema sobre la pizarra: “Análisis Dimensional”, que lata…
Teresa solo estuvo atenta aproximadamente 8 minutos cuando su mente comenzó a divagar… (Suspiro) Observaba fijamente el perfil de Javier, su nariz respingada sus largas pestañas negras, era perfecto. De pronto en su mente se dibujaron dos caras, la de Javier y la suya, estaban muy cerca, y la de el avanzaba ingeniosamente buscando la boca de ella para darle un tierno beso y después bajar hasta su cuello…
El efecto de ese sueño en ella puede compararse al que tiene un hombre cuando esta excitado, ustedes comprenderán… de haber sido ella un chico se habría puesto erecta ja, ja. Pero por razones anatómicas no fue así.
Volvió en sí cuando se le cayeron los lápices de la mesa, Priscila volvió la mirada hacia el suelo y después a la pálida cara de Teresa, le recogió las cosas y le susurró: “-Nena seguí así que Ibáñez no va a pensarlo dos veces para sacarte… ¡Por distraída!”.
Teresa ahora cuidó de no volver a soñar despierta en esa clase, le dió miedo que Priscila o alguien más en la clase pudiera leer sus pensamientos, como pasa en TV, cuando surge una nube sobre la cabeza de la caricatura.
- Que suerte que no soy caricatura- dijo Teresa en voz alta.
- ¿Qué dijiste?- le preguntó Priscila con voz de enfado.
- Naaa, Nadda!
- Jodéte mujer!! |