Dos hermanos escritores

Esto sucedió en la vida real, en aquella ciudad no muy lejos de donde estas ahora, pero no tan cerca para que sepas cual es. Resulta que en la joyería de la calle Riviera, trabajan dos hermanos de apellido Falcón, ellos como buenos hermanos se ayudan cuando pueden y cuando les da la gana. Sus padres son los dueños de la joyería, pero al señor Falcón no le gusta pasar mucho tiempo en aquel lugar que la mayoría del tiempo esta silencioso, así que envía a diario a sus dos hijos varones de 22 y 15 años. Artistas por parte de la madre, estos dos hermanos son escritores de buena cepa. El mayor ha escrito importantes artículos para el diario semanal de la ciudad, mientras que el menor trabaja en una extensa novela. Aquella tarde era una como cualquier otra, en la joyería habían cuatro personas cuyas edades oscilaban entre los 48 y 71 años. Cada uno de los jóvenes atendían a dos personas simultáneamente. En un momento del tiempo, los cuatro clientes y los dos hermanos se encontraron en cierto lado especifíco del escaparate, parecía como si la joyería hubiera quedado desolada excepto por aquel pequeño espacio donde estaban concentradas aquellas seis personas. Cuando de momento al hermano menor se le oyó decirle a su hermano mayor:

-Escríbeme el prepucio-

Los cuatro clientes quedaron estupefactos, solo mirando al joven muchachito con el rabo del ojo, ni siquiera se atrevieron a virar su cabeza para contemplar a quien había dicho aquello. Pero su hermano mayor sí movió la cabeza para mirarlo fijamente e intentar entender lo que su hermano le había pedido. El muchachito remató lo que habia dicho preguntando:

-¿Que?-

Su hermano mayor abrió los ojos como queriéndoselo comer con ellos. Su hermanito añadió:

-¿Que?, yo te escribí tu prepucio cuando me lo pedistes-

En ese momento los clientes no pudieron aguantar más la curiosidad y volvieron su rostro para contemplar a similar personaje expresándose de tal manera. Se oyó comentar a una de las señoras "que sucios" justo en el momento en que el hermano mayor acertadamente pregunto:

-¿De que tu hablas?, yo no tengo-

-¿Que hicistes con él, lo botastes, despues que yo me esforcé tanto para escribirlo?- añadió el hermano menor

Todos los clientes se miraron entre sí tratando de encontrar alguna razón para particular conversación en aquel lugar en ese preciso instante.

-¿Tu me escribistes el prepucio?- preguntó el hermano mayor

-Si, el del cuento de la maldición de la nieve de Chicago-

-Estúpido, eso es prefacio- contestó airado el hermano mayor

-¿Y que yo dije?- preguntó el hermano menor

Los clientes se rieron a carcajadas los menos pretensiosos, mientras que los demas al menos mostraron sus dientes con alguna sonrisa. La verguenza fue tan grande para aquel joven escritor que nunca más ha vuelto a escribir un prefacio en su vida. Aún trabaja allí en la joyería de la calle Riviera, el menor de los Falcón, el que confunde los prefacios con los prepucios.