1. Omphalos
En el centro del Universo existe un punto conocido como el "Ombligo de Dios". Hace quince mil millones de años, cuando comenzó el Big-Bang, unas cuantas partículas fundamentales comenzaron a gravitar alrededor de esta especie de súper agujero negro y, conforme pasaron los eones, la cantidad de materia en las inmediaciones de este vórtice aumentó considerablemente, sumiéndose poco a poco en él. Se calcula que dentro de otros quince mil millones de años, toda la masa y toda la energía del Cosmos se habrán concentrado allí, sólo para desaparecer en el caos.
Se le conoce como el "Ombligo de Dios", pero Dios mismo es totalmente ajeno a este fenomeno y pasa el tiempo muerto de terror, agarrado con desesperación a los límites del firmamento, incapaz de contrarrestar las poderosas fuerzas de succión que lo atraen, junto con la Creación toda, hacia el destino final de todas las cosas.
2. Teibldanz
Le dijeron que aquella chamaca echaba lumbre, y fue a comprobarlo por sí mismo. En el Criterium ocupó la mesa más cercana al tablado. El striptís empezó de la manera más corriente posible, pero poco a poco y al compás de la música de bongós, de la vieja esa comenzaron a emanar los efluvios sensuales más húmedos que el cliente este hubiera sentido. Comenzaron los aullidos, las erecciones descomunales y los golpes en la mesa, mientras que nuestro personaje se precipitaba sobre la cabaretera que ahora, completamente desnuda, se arrodillaba con el cuerpo atléticamente arqueado hacia atrás. En el clímax del espectáculo, el vientre de la mujer quedó a unos cuantos centímetros del excitado caballero, entonces, sin previo aviso, todos los presentes, excepto él, se alejaron corriendo. Directamente del ombligo de ella brotó una gigantesca llamarada que lo mató instantáneamente.
Aún sonaban los bravos y los aplausos cuando los mozos barrían los restos calcinados del güey ese. Luego que el olor a carne quemada comenzara a disiparse con los potentes ventiladores, los parroquianos de siempre comenzaron a discutir la lista de invitados p'al día siguiente.
3. Polvo blanco
Luigi Candiani di Salaccere, tenía un vicio extraño. Aspirar cocaína del ombligo de una doncella. Al ser capturado, trató inútilmente de adivinar quien era el traidor. Nunca sospechó de la núbil Ana Grimaldi, con quien se entretenía cuando llegó la policía.
Es que la chiquilla era vanidosa, el médico le advirtió que de continuar con esas prácticas, acabaría con un ombligo gigantesco, carcomido y con escamas.
Aún así, siempre recordaría con un cariño especial a aquel mafioso que la había iniciado en el uso del placer, pero de ahí en adelante se buscó amantes con perversiones menos sofisticadas.
4. Ideé Fixe
Aquella bailarina ventrista le estaba sorbiendo el seso. ¡Haría cualquier cosa por ese ombligo! Mataría a quien fuera con que la hermosa mujer apenas se lo insinuara. Era el cliente más leal del lupanar en el que todas las noches se presentaba su ídolo. Ésa era su vida, el resto de su mundo se había ido al carajo.
Pasó un año cuando creyó descubrir, entre el cadencioso movimiento del abdomen desnudo de su ídolo, una pequeña e insignificante estría. Y ésta devino una nueva obsesión para él, que no opacó a la original sino que se sumó a ella con un asfixiante efecto multiplicador.
La policía lo encontró con las ropas ensangrentadas y el frasco con formol entre sus manos. Se necesitó una terrible golpiza para poder acallar sus estrambóticas carcajadas.
Uno de los detectives puso particular atención al contenido del frasco y desde entonces vive obsesionado con lo que vio. Jura que el ombligo extirpado se mece rítmicamente dentro del turbio líquido, y que si se le observa con atención se descubre un ojo que mira fijamente a su vez, en busca de otra víctima.
5. En la Capilla Sixtina
Camina unos pasos más y, arrobado, dirige la vista al cenit. Cae de espaldas en éxtasis sublime. Justo entre la Creación de Eva y la Separación de las Aguas y la Tierra, contempla la visión que lo trajo a Roma: La Creación del Hombre a Imagen y Semejanza de Dios. Su corazón palpita rápidamente y de sus ojos brotan emocionadas lágrimas. De súbito, un escalofrío lo deja tieso.
Con dificultad se incorpora sin quitar la vista de la escena pintada por Miguel Ángel. Veinte años de escuela religiosa, su grado numerario del Opus Dei, el crucifijo que le cuelga del cuello y la última bendición maternal, pierden - —en ese instante— todo significado. Adán, reclinado en la roca verdiazul y con el dedo rozando el dedo de Yahvé que se aleja, ostenta en primer plano, el primer ombligo.
Se requiere de la fuerza de cuatro guardias suizos para arrastrar afuera al miserable aquel, quien entre desquiciados alaridos y carcajadas, trata de explicar que la composición entera debe entenderse al revés: es el dedo de Dios que se dirige hacia el ombligo de su creatura y Buonarrotti ha captado el momento exacto en que van a comenzar las cosquillas.
6. El Tercer Ojo
Es cierto que gracias a las técnicas quirúrgicas modernas, el procedimiento sería viable. Sin embargo, no era menos importante el cambio de punto de vista. Durante siglos, los monjes en el Potala se habían concentrado en la glándula pineal y en un punto situado a la mitad de la frente.
Ahora, esta reencarnación del Dalai Lama sería el Sagrado Depositario del Mítico Tercer Ojo. ¡Cuántos misterios por fin resueltos!, ¡¡cuántas verdades emanando del Tíbet para el mundo!! El Imperio de la Paz se aproximaba inminente.
El Cirujuano en Jefe esperó a que hiciera efecto la anestesia y, con suma destreza, aplicó el bisturí láser al Venerable Ombligo.
7. Retiro
Regresé a mi hogar tan deprimido, que el único lugar que satisfizo la necesidad de aislarme del mundo fue el ombligo de mi esposa. Cuando salí más tarde esa misma noche, ella dormía, asombrado comprendí que no se había percatado de que ingresé al orificio. Esperé a la mañana y le expliqué que llegué tarde y no quise interrumpir su sueño. Desde aquella ocasión, cuando me abruman demasiado los problemas, busco el santuario que, inadvertidamente, ofrece mi amada. Sobra decir, que nunca se ha enterado de nada.
Las entradas y salidas se han vuelto cada vez más frecuentes hasta que, prácticamente, todo el tiempo que ella duerme o está distraída, lo paso en el acogedor ombligo.
Recuerdo aquella ocasión en que, luego de dos horas de estar refugiado, sentí que mi cónyuge se contorsionaba espasmódica y brutalmente. Por los estentóreos gemidos que escuché, supe que mi mujer y un desconocido copulaban frenéticamente. Al principio me enfurecí indignado, pero luego reflexioné sobre las desventajas que tendría si se descubriera el escondite; últimamente sólo así he podido lidiar con la angustia cotidiana.
Desde entonces, siempre que estoy presente en ese acto de amor ajeno, me masturbo... En más de una ocasión, los tres hemos conseguido el orgasmo simultáneo, aunque no siempre hemos sido los mismos tres.
8. Strappado
En presencia del inquisidor y del señor obispo, los alguaciles le engancharon cuatro argollas de hierro a los bordes del ombligo y con ellos la suspendieron de una garrucha. Lentamente, la elevaron cinco pies de altura. La desgraciada mujer no resistió mucho tiempo y les gritó desesperada que confesaría todo lo que quisieran.
El escribano asentó solemnemente en el Libro de Actuaciones: "la indiciada confiesa haber aceptado, por consejo de Satanás, la peor de las aberraciones carnales, la 'contra naturae' penetración umblical..."
De pronto, la víctima, a la que habían dejado colgada y escurriendo sangre, fue presa de terribles convulsiones de placer, un minuto después entregaba el espíritu, incapaz de sobrevivir al más glorioso de los orgasmos.
9. Efecto Mariposa
Una mariposa se detiene imperceptible sobre el arrebolado pezón de la hermosa adolescente que se asolea desnuda en una playa privada de Puerto Vallarta. Cuando empieza a aletear de nuevo, la muchacha lo interpreta como un pequeño escozor en el pecho. Unas horas después, en el Mar del Norte, se desata la tormenta más intensa que las costas de Holanda hayan sufrido en los dos últimos siglos. Esta madrugada, tiempo de México, Camilo Carbajal Nuñez padece una potente e insaciable erección, como no la ha tenido en treinta años; pasa la noche en vigilia, repasando con una meticulosa imaginación, las sensuales tetas de aquella ninfa exuberante, a la que estuvo sirviendo tragos toda la tarde.
Historia del ombligo
Cuando Yahvé vio que Adán y Eva carecían de ombligo, ordenó al arcángel Dalel que le prestara su berbiquí. Cuando las creaturas vieron lo que se les había hecho, huyeron del Paraíso. Después, cuando Dios intentó hacer lo mismo con los ángeles, muchos de ellos se precipitaron al abismo.
El Hombre de Neanderthal se extinguió por que los “Homo sapiens” consideraban un manjar exquisito el ombligo de sus congéneres.
Los cirujanos del antiguo Egipto extirpaban los tumores cefálicos de los Faraones a través del ombligo, utilizando un trépano ritual.
Los augures aqueos leían los presagios entre las comisuras del ombligo de un virgen recién sacrificada. Tiempo después esta práctica evolucionó y ya no se daba muerte a las muchachas, más adelante tampoco se necesitó que fueran vírgenes.
A Jesús lo crucificaron con un sólo clavo gigantesco en el ombligo, los soldados romanos jugaban a darle vueltas y apostaban a la ruleta durante el suplicio.
La decadencia del Imperio Romano, se debió a que las mujeres comenzaron a practicar el “piercing” de ombligo. La Decadencia duró lo que no han durado Civilizaciones enteras. Fue también la moda más prolongada que registra la historia.
Vlad Tepes empalaba a sus víctimas clavandolés un bordón afilado en el ombligo, luego los exponía en las plazas públicas y en los caminos rurales.
A Cuauhtémoc le quemaron el ombligo para que confesara dónde se encontraba el tesoro de Moctezuma.
Torricelli demostró que un ombligo colocado en posición horizontal, está más deprimido a nivel del mar que a una altitud de tres mil metros.
El doctor Gullotín inventó un aparato que cortaba limpiamente en dos al sentenciado a muerte, el punto de referencia para la cuchilla era el ombligo.
En las Islas Galápagos, Darwin observó que la forma del ombligo variaba de acuerdo a los hábitos alimenticios de cada especie de homínido.
En el viejo oeste los cazadores de indios presentaban el ombligo del muerto como prueba para cobrar la recompensa.
Los mineros supersticiosos, antes de comenzar a dinamitar, ataban a un coolie en el suelo y le ponían un cartucho en el ombligo; si el chivo expiatorio sobrevivía, se suspendían los trabajos y se cerraba la mina. Nunca se cerraba la mina…
Los prisioneros en la Isla del Diablo ocultaban sus pequeños tesoros en tubos metálicos que luego disimulaban dolorosamente en el ombligo.
Durante la Revolución Mexicana los Villistas aplicaban, luego del fusilamiento, el tiro de gracia, directamente al ombligo del ejecutado.
En la España de Franco se aplicaba el garrote vil con el condenado viendo hacia el poste y el tornillo aplicando la torsión directamente al ombligo.
En Vietnam, los gringos apagaban cigarrillos en el ombligo de sus prisioneros. Luego los arrojaban desde un helicóptero.
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