A mis pies está mi costurero y en las nubes mis sueños cortados de cumbres blancas y alas de protección... mis pensamientos susurraban pequeños secretos albinos, mientras mi memoria vagaba por los rincones del medio acaso y del medio alba, tal vez la respiración se me detuvo en un momento, por tratar de avanzar hacia las nubes, sin embargo la realidad me lo impidió y me golpeó decidida a condenarme a la vida terrenal... pero el deseo de este corazón era otro, no era seguir pasos, era crear sendero, no era huir de lo prohibido, era aventurarse a lo desconocido, no era olvidar lo vivido, era dejar lo pasado, no era reprochar al destino, era crear lo mío...

Las ideas en mi cabeza volaban de un lado a otro creyéndose aves celestiales, las cuales intentan mimar lentamente a mis ojos cansados, que trataban de mantenerse despiertos para poder captar los ciclos de edades remotas que se me abrían a mi alrededor, el que parecía desaparecer al verse envuelto, de tal manera, en los sueños de aquellos que solo aparecen en noches tormentosas, para consolar las lágrimas silenciosas que bañan nuestros corazones, a la vez, que reponen todo con un simple murmullo desconocido, pero aliviante, que se deshace de la soledad y la cambia, por la compañía más lujosa y maravillosa que podamos imaginar... todo lo que vemos se derrumba, sin embargo nunca te dejan caer...

Aquellas palabras recientes olvidadas por un simple suspiro enredado con palabras de agua cálida, que inquietas tratan de escabullirse del olvido, no me dejaban en paz... solo quedaba esperarlos...
Afuera, el movimiento de la hierba le daba ánimos al resto del jardín, para seguir creciendo. Las enredaderas se aproximaban a los límites del firmamento para luego perderse en la estrella más cercana. Las rosas carmesíes se mezclaban con las caricias moribundas de las pequeñas clavelinas, que agonizantes trataban de sonreír a la luz de la hermosa luna, que despectiva trataba de iluminar este pequeño rincón de calamidades camufladas en felicidad y amores. Las vigas maltratadas que apenas sostenían la puerta, apenadas por el desafiante dolor, trataban de fingir molestias tímidas, mientras los misterios de la Virgen eran recordados en algún lugar distante, tan distante que los versos de plegarias eran recibidos por otros guardianes, incluso por otra Virgen, la cual tampoco se negaba a cumplir peticiones sinceras. La pileta destrozada por los años, aquella que vertía agua cálida y sentimientos negados, se resbalaba lentamente hacia los abismos de la soledad, a esa soledad desesperante, de la cual también eran poseedores los rascacielos, que creían morir al ser rechazados por la inmensidad del mar, y por aquel sufrimiento, ahogaban a este mundo, con ríos y cascadas, los cuales eran tan profundos como los desiertos sin brisa o las malezas sin color. Las mariposas hacían crecer la marea de los diminutos charcos que se dejaban caer en todo el lugar, los utilizaban, los dejaban con el amor colgado, las lagunas en miniatura rogaban por conocer otros jardines, antes de ser absorbidos con maldad de supervivencia por la sedienta vegetación que se encontraba alrededor, pero esas mariposas solo jugaban, se divertían al ver sufrir a las desdichadas pozas sin futuro... pero ellas serían las condenadas y no los pequeños charcos los cuales pertenecían a una generación inmensa de resurrección... el agua da vida, el Señor les recompensa su labor con vida eterna...

Mis manos, las que habían trabajado arduamente en el otoño, para confeccionar delicados pañuelos para doncellas enamoradas de valientes caballeros y hermosos manteles bordados de nubes y oración, ahora permanecían quietas, asombradas por la belleza del ser amigo que se mostraba por primera vez. Él siempre había existido, siempre había estado allí, sin embargo por alguna razón había decidido mostrarse, solo eso... solo dejarme verlo con la ansiedad de tocarlo, en esos minutos deliciosos que transcurrían normales y sin prisa, llenos de una paz tortuosa jamás experimentada por mí, lo que me hizo pensar que nunca había estado tan cerca de algo que me regalara felicidad, seguridad y amor como en ese instante...
Dejé de pensar, solo fui capaz de sentir... me vi derrotada por las sensaciones maravillosas que emanaban de aquella criatura, tan cercana a la realidad perdida, esa que nos hubiera hecho humanos de verdad, humanos sin dudas y sin rencores, humanos dedicados y delicados, humanos hijos, humanos padres, por que se nace siendo hijo y se muere siendo padre...

Mis manos utilizadas por las blancas manos de mi amigo, comenzaron a trabajar decididamente, se abrieron paso entre las agujas y las nubes nocturnas, los astros y las tijeras, los hilos y las compuertas del cielo infinito, abierto solo para mí, como si en un arranque frenético hubiese decidido que era hora de ser descubierto y explorado por alguien solo como visita, me sentía tan feliz, tan única, tan perdida entre burbujas de aromas sutiles y palabras de encantamiento, que solo reaccionaba para respirar de vez en cuando, tragando enormes bocados de aire azul puro y limpio, de hadas viajeras y suspiros futuros, tan remotamente utilizado que solo se percibía un dulce sabor a azúcar, esa que te deja pegajosa y somnolientamente perdida en un mundo de helados y dulces cantos de primavera en un frío invierno...
Sentí como mi estómago cosquilleaba ante el nerviosismo de las sensaciones que vendrían, solo cerré los ojos para rogar que todo siguiera, sin embargo algo se quebró, mi aire dulce se desvaneció y mis estrellas se perdieron en un montón de gritos de perdición, la noche era oscura, sin luna y sin dolor, solo noche, quieta y distante, conocida, pero vacía, solo noche, sin argumentos ni devoción, sin compañía y sin dedicación, sin momentos deleitables y sin una palabra de apoyo a mí favor... sentí como todo era dejado atrás, como si todo hubiese sido un fantasioso sueño de imágenes antiguas, ya casi ni recordadas por alguien, que tal vez pensó en algo que pudo llegar a ser...

A mis pies está mi costurero... lleno de recuerdos y agujas con hilos plateados, con un deseo vago de vivir una experiencia que se hace conocida... y con una pluma bordada en su entrelazado cierre que intenta escaparse y volar hacia el lugar en el cual nació...

Desde algún momento de mi vida creo en ti... aunque ya no eres tú el que me cuida soy yo la que te protege a ti e intento decirte en cada susurro que te necesito junto a mí...
Desde algún momento de mi vida creo en el poder del amor ese que atraviesa lazos, agujas y corazón...
Desde algún tiempo a esta parte he llegado a creer en los olvidados y generosos ángeles, tal vez sea por que en las mañanas comprendo el porqué de la vida y el ritmo de cada respiro y soplo que se lanza a la creación, o tal vez es solo mi imaginación que necesita de un escape rápido a toda esta situación...