Inicio / Cuenteros Locales / Vera_Rux / LA RUBIA
Wuntz cerró la puerta con desgano. No quería estar ahí, pero no tenía opción. El dinero llama.
La rubia le sonrió, y Wuntz no le devolvió la cortesía. Le parecía una serpiente entallada en un vestido rojo. Era una mujer peligrosa y repugnante, aunque de figura notablemente atractiva. Se movía con la agilidad propia de las mujeres que saben hacer que los hombres las sigan con la mirada, y luego los despedazan en un cálido silencio.
La rubia hizo un ademán y bajó los breteles de su vestido. Wuntz fingió no verla. No funcionó. Después de todo, por más precaución que se tuviera, se seguía siendo humano. La rubia se encogió de hombros y se acercó a él, pegando su cuerpo al suyo. Susurró unas palabras sugerentes al oído de Wuntz, que le parecieron muy similares al reptar de una víbora. Sentía sus muslos moverse alrededor de los suyos, aclarando cada vez más la semejanza de la mujer con el reptil.
Wuntz la empujó con fuerza y la mujer sólo le sonrió. Se dirigió hacia el balcón y en el camino olvidó su llamativo vestido rojo. Llegó al balcón y se dio vuelta hacia él.
Sin dejar de apreciar el caminar de la mujer, cierto instinto le aseguró que su impresión era correcta. No era tan estúpido como dejarse llevar por la primer mujer que se le cruzara. Aunque cuando estuviera desnuda.
Caminó hacia el balcón.
- Mi amor – dijo la rubia mientras volvía a apretarse contra él -.
Desnuda o no, Wuntz la tomó por los hombros y la tiró por el balcón.
¿Quién se iba a imaginar que las rubias podían volar?
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Texto agregado el 30-12-2005, y leído por 89
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