Abrí los ojos
y te miré a mi lado,
por esos labios rojos,
dejé de ser un desdichado.
Tú, estabas dormida,
no intenté despertarte,
te veías complacida,
y quise volver a besarte.
Me acerqué poco a poco
y respiré tu aliento,
me puse como loco,
de lo demás no cuento.
Viví horas hermosas,
me subiste hasta el cielo,
cosas maravillosas,
que aún de noche sueño.
Cálida como un sol,
ternura angelical,
me transmitías calor,
en ese frío inverval.
Recuerdo tantas noches,
que me arruyé en tus brazos,
no había ni un reproche,
gozamos paso a paso.
Testiga fue la luna,
de aquél primer encuentro,
no había persona alguna,
nos acariciaba el viento.
Jugaba con tu pelo,
se enredaba en mis manos,
todavía lo recuerdo,
terminaba el verano.
Me diste algo muy bello,
lo guardo en el corazón,
y todavía al recordar aquello,
aún vibro de emoción.
Me decías te quiero,
yo no podía ni hablar,
y despertaba de nuevo,
con deseos de soñar.
Creía que era un sueño,
más era realidad,
y mi mundo pequeño,
crecía una barbaridad.
Gracias le doy al cielo,
a mi Divino creador,
por darme algo tan bello,
que conservo hasta hoy.
Amor puro y sincero,
que Dios me ha regalado,
a la mujer que más quiero,
la tengo aquí a mi lado.
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