Nadie hablo con la torcaza verde que se dejaba caer por los balcones hasta la plaza.
Entre tanto el viento coquetea con las hojas y con las ideas más tranquilas, seguramente por que este, no se hallaba en su auge y su cresta parecía preservar los pensamientos del paseante que delante de mí camina.
Texto agregado el 29-12-2005, y leído por 176
visitantes. (1 voto)