Cuando Felipe le escuchó decir a Teresa, su novia, de que habían terminado su relación, se le vino el alma al suelo. No daba crédito a lo que estaba escuchando. Él, que le había entregado una parte de su vida. Que le había dado todo el tiempo libre que había tenido. Que había dejado su antigua vida, amigos y amigas por ella. ¡Le pagaba ahora con esa moneda! ¡Que se creía ella! ¡Que se creía esa…. esa…. tonta!
Pero lo que más le dolía de esa ruptura, era que se terminaba por culpa de uno de sus mejores amigos. ¡Amigos! ¡Para eso quiere uno los amigos! ¡Otro más! ¡Cría cuervos y…! Ya vería ese “amigo” Rafael quien era él… cuando lo tuviera delante.
Ahora que… pensándolo bien, había que reconocer que Teresa tenía… tenía… los cojon…bien puestos. Decírselo así de frente. Sin tener ningún pesar en hacerlo. Y… y… ¿Los argumentos para dejar la relación? ¡De risa! “Tiene más futuro que tú” “Además, el vehículo que tiene él es mejor y mas rápido que el tuyo”… ¡Mujeres! ¡Si ya lo decía su padre! “Todas las mujeres buenas caben en el botón de una rosa y aun no lo dan lleno” ¡’Bah, con todas ellas!
Otra de las cosas que le dolió fue cuando le dijo: “Devuélveme mis pertenencias, prepáramelas en una bolsa y me la traes a cas… o mejor, paso yo en la tarde a por ellas, a eso de las siete” ¡Pues si que se las iba a devolver! ¡Y de que manera! Las metería todas en bolsas y… y… ¡Se las pondría en el `portal de casa! Allá ella si venía o no por ellas. ¡Si pensaba que se las iba a llevar a… a… donde ella quisiera! ¡Estaba muy equivocada!
Enfrascado en su conversación mental, y casi sin darse cuenta, Felipe llegó al portal de su casa. Entro en el hall. Se dirigió al ascensor. Entró en él y marco el tercero. Ya en el piso se dirigió hacia la puerta de su vivienda. La abrió y enfiló hacía a la cocina. Agarró unas cuantas bolsas de plástico, de esas que suelen dar en los hipermercados, y puso rumbo a su alcoba.
Ya allí, fue metiendo, de mala manera, y sin cuidado ninguno, las pertenencias de Teresa. Poco le importaba que se rompieran. Total, él ya no las iba a seguir disfrutando. Y antes de que las tuviera Rafael…mejor a la basura.
Pudo escuchar como el cristal de los marcos de fotos donde estaban los dos se hacían añicos. El reloj despertador que le había regalado en su cumpleaños, para que no se quedara dormido, también hizo el clásico ¡Crash! de rotura.
Terminó de recoger lo que no era suyo de la habitación y luego buscó afanosamente, por el resto de la casa, todo, o algo, que le perteneciera a ella. Lo que iba consiguiendo lo iba introduciendo en las bolsas, con la misma “delicadeza” de antes. Cuando tuvo todo metido en las bolsas. Miró para gran el reloj de caja que tenia en la sala. Vio que marcaban las siete. Entonces se dirigió hacía a la puerta de entrada. Cuando una voz le preguntó:
¡A donde cree que va a estas horas señorcito? Él, con una mano en el picaporte y en la otra las bolsas con las pertenencias de Teresa, contestó: “Voy un momento al portal a dejar estas bolsas con las cosas de Teresa” “Ya subo enseguida”. La misma voz de mujer que antes le increpara, le volvió a decir: “Vale, vale… baja y sube enseguida”, “Ya sabes que a tu padre le gusta que estés en casa cuando el llega de trabajar” Además mañana cumples 11 años y quiere felicitarte por anticipado. Además, ¡Creo, que te trae algo! Si mama, terminó por decir Felipe entrecerrando la puerta y desapareciendo por ella.
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